LA MUERTE, LAS ENFERMEDADES Y LAS EPIDEMIAS EN LA EDAD MEDIA

 No tenemos todavía un estudio sobre la enfermedad para la época medieval. Aquí o allí, el examen de los milagros atribuidos a unas reliquias o a un santo, los datos reunidos sobre una epidemia, o bien el examen clínico de los síntomas que preceden a la muerte de uno de los grandes de este mundo, permiten obtener observaciones interesantes, pero los datos son escasos.

También es verdad que salvo raras excepciones, el vocabulario médico del escribano es rudimentario, por lo menos hasta el avance de las enseñanzas de Salerno o de Palermo en el siglo XX, en el sur de Italia. Así y todo, de estos documentos sueltos conseguimos algunos datos interesantes.



Las epidemias causan tremendos estragos entre los contemporáneos, prácticamente impotentes frente a ellos. Es por ello que la palabra PESTE en el inconsciente colectivo va unida a la idea de Edad Media.

Por suerte, para los hombres del siglo VIII al XIII esta plaga asiática no atacó a Europa entre 780 y 1345. Por desgracia para el investigador, puesto que es la única enfermedad con su historia descrita. 

Algunos textos del siglo XI mencionan, sin embargo, en 1090 una "pestilencia" como en la crónica de Siegbert de Gembloux, en Lotaringia, pero los signos parecen acercarla más al cólera o al fuego de San Antonio. No hay posibilidad de saber si hubo recurrencias. 

En cambio la lepra que se introdujo también desde Oriente ya en la Alta Edad Media, y mucho más en el siglo XI con las primeras cruzadas, dominó hasta el siglo XIV en toda Europa. Su desaparición podría deberse a los progresos realizados por el bacilo de Koch. Contagiosa, la lepra medieval habría atacado hasta el 4% de la población, sobre todo a la campesina.

A este respecto muchos problemas se nos plantean. Todos hemos visto representados a los leprosos de nariz roída, de extremidades vendadas y cuya proximidad se avisa con la carraca. Su inmediato aislamiento, el incendio de todas las posesiones del leproso son debidos a una técnica de profilaxis de efecto retardado y de notoria ineficacia. 




Las leproserías alejadas de las aglomeraciones son numerosísimas en el siglo XII, y sin embargo el rey Marc, reúne a los leprosos con sus cortesanos para entregarles a Ysolda. En Jerusalén, el rey Balduino, tan enfermo que debe ser traslado en litera, no está aislado. Existen también leprosos que firman como testigos en actas de derecho común. Por ello nos podemos preguntar si en según qué casos no se habrían incluido en el mundo de la lepra muchas otras afecciones dérmicas espectaculares pero no transmisibles, como el lupus, impétigo o el eczema.

A mitad de camino entre enfermedad individual y epidemia, el "mal de los ardientes" provocó en cambio terribles movimientos de pánico. El caso es que el hongo alucinógeno del cornezuelo solamente ataca al que consume centeno en malas condiciones, pero su rapidez de propagación es la que contamina todas las tierras de un pueblo y produce la impresión de contagio.

El "fuego de San Antonio" que devora al enfermo, pudre sus miembros y finalmente al atacar a sus centros nerviosos produce convulsiones, se encuentra citado ya en 1093 en el valle del Ródano, en 1098 en Tournai, en 1109 en Chartres y en numerosas y distintas épocas en el siglo XII, aunque entonces más bien hacia la orilla del Mediterráneo, quizá porque el cornezuelo que ennegrece las espigas se encontró mucho antes en las regiones nórdicas, especialmente en las germánicas, donde el centeno es más común.


Robert Fossier: LA INFANCIA DE EUROPA

Comentarios

Entradas populares de este blog

LAS CARRETERAS ROMANAS, LAS PIEDRAS MILIARIAS Y LA MANERA DE CONSTRUIRLAS

¿CUÁNDO SURGIÓ EL JUDAÍSMO?

JOSEPH CAMPBELL Y LA MITOLOGÍA