LA MAGIA ARTÚRICA

 El mundo artúrico está estrechamente vinculado a la fantasía y la magia del Medievo. Basta la evocación del nombre de Arturo y sus famosos caballeros para que acudan de inmediato a nuestra mente las consabidas figuras míticas del mago Merlín, del hada o bruja Morgana, o de objetos mágicos —con poderes extraordinarios— como el Grial, o la espada Excalibur, o de lugares con un importante halo mítico y mágico, como Camelot, Avalón, la Yerma Floresta, la Capilla Peligrosa, etc. 

Podrían citarse decenas de motivos conocidos que aparecen por doquier en el Medievo y que aún perviven en reescrituras y adaptaciones de los relatos artúricos. 

Basta con consultar una obra tan documentada como la de Carlos Alvar El Rey Arturo y su mundo. Diccionario de mitología artúrica(1), para constatar la riqueza mágica y mitológica subyacente. 

En el prólogo de la misma se hace referencia a la Historia de Lanzarote del Lago como el núcleo central de las narraciones artúricas, pues en ella hallamos la mayoría de los temas que se repiten y modifican en otros lugares. 

Pero en ese mismo Lanzarote también —dada su singular extensión— constatamos lo que puede verse en otros relatos en verso y prosa de las diversas lenguas europeas medievales. 

Esto es, que los personajes, los incidentes, los objetos, los lugares de ese mundo de ficción no mantienen una identidad concreta y fija, sino que van cambiando, alterando su naturaleza y transformándose, como por arte de magia, en múltiples versiones. 

Este Diccionario de Alvar es insustituible, en nuestra lengua, para encontrar las claves de tantas transformaciones, de los cambios de fisonomía y de nombres que adoptan los cientos de personajes e incidentes del mundo artúrico. 




A veces creemos percibir en tal o cual elemento narrativo la huella de la Antigüedad clásica, otras veces del primitivo mundo celta —del que seguramente proceden muchas de las leyendas que dieron forma al mundo del rey Arturo—; y en otras ocasiones es indudable la presencia del Cristianismo que —como en otras épocas— también en el Medievo se esforzó por adaptar fantasías y mitos paganos a la doctrina de la Iglesia. 

No es fácil, pues, resumir la amplísima nómina de acontecimientos de tipo mágico que pululan en tantos textos medievales. 

De cada uno de los elementos importantes vinculados con la magia y la fantasía hay libros y artículos bien conocidos. Podemos citar, por ejemplo, las prestigiosas obras de R.S. Loomis, la monumental enciclopedia de N.J. Lacy y otros, los estudios de Geoffrey Ashe, William Albert Nitze y Nikolai Tolstoy. 

También habría que nombrar los libros de Carlos García Gual sobre las leyendas artúricas.

Para no perderme, pues, en el fárrago de los detalles mágicos que afectan al ciclo artúrico, prefiero centrarme en tratar de explicar, más bien, algunas de las razones que se esconden detrás de esa magia y su relación con la ciencia, la religión y la historia, y comentar brevemente los efectos de esa magia en el Medievo e incluso en épocas posteriores, pues los resultados de la magia artúrica se extienden mucho más allá de las fronteras del siglo XV. 

El mundo de la fantasía, de lo maravilloso no tuvo la misma significación en otros periodos históricos. 

Ann Swinfen en su libro Defence of Fantasy, que estudia la novela fantástica contemporánea, plantea lo siguientes: 

«Quizá uno de los aspectos más difíciles al emprender un estudio crítico de la novela de fantasía resulta de la actitud de la mayoría de los críticos contemporáneos —una actitud que sugiere que el modo de escritura llamado ‘realista’ es en cierta forma más profundo, más comprometido moralmente, más directamente relacionado con las preocupaciones humanas ‘reales’ que un modo de escritura que haga uso de lo maravilloso. 

La razón de esta defensa que hago de la fantasía es que las cosas distan mucho de ser así. Tal vez pueda ayudarnos a clarificar esta cuestión si recordamos que lo que ahora consideramos como el mundo ‘real’ —esto es, el mundo de la experiencia empírica— fue considerado durante muchos siglos como el mundo de las ‘apariencias’. Para nuestros antepasados, más inclinados que nosotros por convicción y por aprendizaje a buscar más allá del mundo material la realidad, lo definitivamente real residía en los otros mundos espirituales. Es la realidad de esos otros mundos de los que, en gran medida, trata la fantasía»

En efecto, en el Medievo lo sobrenatural, lo mágico, no era necesariamente una fantasía irreal, ni tenía por qué oponerse al concepto de ciencia, sino que muchas veces se trataba de un medio didáctico para transmitir un conocimiento profundo sobre la realidad, no asequible a nivel empírico, y que podía presentarse, por ende, a través de paradojas y contradicciones con las apariencias del mundo real.


Fernando Galván: MAGIA ARTÚRICA 


(1) Carlos Alvar, El Rey Arturo y su mundo. Diccionario de mitología artúrica, Madrid, Alianza Editorial, 1991.

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