EL LUJO Y EL COMERCIO

 

No es inverosímil que el tráfico de mercancías haya adoptado formas capitalistas antes que la producción. 

Tengo graves motivos para no admitir que durante la Edad Media las grandes casas mercantiles de las ciudades italianas, españolas, del mediodía de Francia y de Alemania, se hayan enriquecido por el comercio.

Creo más bien que otros elementos han contribuido esencialmente a destacar esas pocas casas sobre la masa de los pequeños negociantes. No quiero, sin embargo, excluir la posibilidad de que simples comercios se hayan desarrollado convirtiéndose en empresas capitalistas. Pero entonces tratase con seguridad de un comercio que recae sobre artículos de lujo.

Durante la Edad Media, Italia constituye el centro de todo comercio algo extenso, en el cual pueda haber cierta organización capitalista. Este comercio consiste, o en la exportación de productos italianos (o importación de las materias primas necesarias para su fabricación) o en el acopio de artículos orientales que luego son difundidos por todas partes.

Las importaciones que Italia recibe procedentes de los países septentrionales. Son, sobre todo, lana (con destino a la industria de lujo), peletería y lencería fina. 

La parte principal de la exportación italiana debía, probablemente, pagarse al contado (con los productos de la minas de plata alemanas).

Italia, a su vez, enviaba a los países del Norte sedas y artículos de sedería, paños finos, cristalería fina, algodón y artículos de algodón -que, hasta muy entrada la Edad Moderna, son considerados de lujo-, vino y harinas.

También las mercancías que Italia recibía del Oriente se aplicaban al lujo de las clases ricas, excepción hecha de ciertos artículos que necesitaba la Iglesia, como el incienso, por ejemplo, aunque naturalmente también aquí una concentración de fortuna permitía un gasto de lujo.

Además, el consumo de los medicamentos extranjeros durante los siglos medievales y aun de la moderna, lo incluyo entre las necesidades de lujo, porque el pueblo y los burgueses se curaban con las hierbas de los bosques y campos del país.




La lista de mercancías que Wilhelm Heyd establece para el comercio de Levante, es como sigue:

1) Medicamentos. Aplicados también como especias para la comida: áloe, madera de áloe (también se usaba como perfume y material para trabajos de carpintería fina), bálsamo, costo, galanga, nuez de galla, jengibre, alcanfor, cardamom, láudano, maná, ruibarbo, azafrán (aplicable igualmente como materia colorante), escamonea, goma tragacanto (también materia colorante), tucia, zedvar.

2) Especias. Sobre todo la pimienta, empleada hasta muy entrada la Edad Moderna como artículo de lujo y de uso exclusivo en la mesa de la clase rica. Los potentados se hacían mutuamente regalos de pimienta. El clavo tenía doble y triple valor que la pimienta. La nuez moscada, la canela, el azúcar, constituyen hasta el siglo XIX verdaderas golosinas para ricos.

3) Perfumes y substancias olorosas para quemar: benjuí, almáciga, almizcle, incienso, madera de sándalo, ámbar, con que se tallaban numerosos objetos.

4) Materias colorantes: alumbre, madera brasileña {del color de la brasa, no proveniente del Brasil aún no descubierto}, granza, índigo, kermes, laca, etc.; toda clase de substancias para coloración fina, almácigas. 

5) Materias primas para la industria de tejidos: seda y linos egipcios de clase superior.

6) Artículos de adorno: piedras preciosas, corales, perlas, marfil, porcelana, cristal, hilos de oro y plata.

7) Telas para vestidos: tejidos de seda, brocatel, terciopelo y de hilo finísimo de todas las clases, lana o algodón, como bocasino, bukeram, camelotte, iguales en apariencia a los tejidos de seda y de tanto precio como éstos. Estas materias venían a Europa procedentes del Oriente, pero luego las exportaba Italia al Oriente y a las ciudades europeas.

El subido valor que alcanzaban las mercancías objeto de comercio en la Edad Media es conocido aproximadamente por el importe de las recaudaciones aduaneras, por ejemplo, la aduana de Como. 

Después de los descubrimientos del siglo XV se modificó muy poco este tráfico comercial, siendo artículos suntuarios de gran valor los que hasta el siglo XIX constituían el cambio entre Oriente y Occidente, América y Europa.

El volumen del tráfico aumenta y en la lista de artículos se incluyen otros nuevos, sobre todo los cuatro principales del tabaco, café, té y cacao, que fueron hasta fines de la primitiva época capitalista patrimonio exclusivo de la gente rica, con excepción acaso del tabaco.


Werner Sombart: LUJO Y CAPITALISMO


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