LA BRUJERÍA Y LA HEREJÍA EN EL MEDIOEVO
A partir del siglo XIII, y con frecuencia a partir del XIV, asistimos a una creciente manifestación de ritos en que el elemento herético "culto" parece estar ausente o bien presente a un nivel muy deteriorado. El lugar propio de estos ritos es por lo general la zona alejada, es decir, el campo o la montaña. Pero ¿depende la atención que se les presta del hecho de que aparezcan o se reanuden en este preciso instante? ¿O se trata más bien de lo contrario, es decir, que eran prácticas en realidad no interrumpidas nunca, y que sólo a partir de determinado momento llamaron la atención de clérigos e inquisidores? ¿Se dio quizá en los lustros de plenitud e incipiente decadencia de la hegemonía hierocrática -que fueron los mismos en que comenzó a manifestarse y acabó estallando la crisis socio-económica- un "retorno a lo marginado", una revigorización de las viejas supersticiones todavía silenciosamente vivas en aquella Europa salvaje que durante la Alta Edad Media sólo se había cristianizado superficialmente? ¿O no hubo ningún "retorno" en sentido estricto, por la sencilla razón de que nunca había habido nada "marginado" en ese mismo sentido, con la diferencia de que a partir del siglo XIII la Iglesia dio muestras de no estar ya dispuesta a tolerar manifestaciones inconformistas o masivas, ni siquiera cuando portaban formas sacras, en realidad anteriores a su advenimiento y en consecuencia no contrarias por definición a su mensaje?
Esto sentaría las bases de una interpretación de la brujería como complejo de ritos y prácticas de carácter atávico, nunca interrumpido aunque escasamente documentado -sobre todo entre los siglos XI y XII, en que la atención de la Cristiandad "culta" estaba centrada en otros puntos- y descubierto sólo en el curso del XIII por una Iglesia decidida como nunca a empapar totalitariamente con su doctrina y su disciplina toda expresión cultural, comprendidas las más profanas.
Una tesis de este tenor daría al traste definitivamente con la vieja idea micheletiana de la brujería como rebelión, concepción que en los últimos decenios ha conocido numerosas modalidades de replanteamiento, pero que ya ha envejecido en nuestros días.
Pese a todo, también en este sentido es peligrosa la generalización, y la permanencia de tradiciones paganas -incluso en el seno de comunidades que ya eran o se sentían cristianas- no está necesariamente en contradicción con su revalorización o con su mantenimiento con fines, como se suele decir hoy, "alternativos".
Es un hecho que uno de los primeros "casos" documentados con seguridad -aunque tal vez no objetivamente tratado- relativo a reuniones masivas con carácter aparentemente herético-brujesco-demonolátrico, en que no sólo es enormemente fascinante sino también objetivamente inevitable percibir un antecedente del semilegendario (o controvertido) "sabat", está precisamente inserto en una experiencia de rebelión campesina.
Se trata de los STEDINGER, es decir, de los campesinos del Steding, región de Oldenburgo (Alemania), que a finales del siglo XII opusieron una tenaz resistencia a los deseos del arzobispo de Bremen, que quería obligarles al pago de ciertos diezmos.
Esta obstinación les valió la excomunión. El conflicto se prolongó durante decenios hasta que el papa Gregorio IX predicó una cruzada contra ellos. En la bula pontificia Vox in Rama (*) del 13 de junio de 1233 se acusaba a las gentes del Steding de añadir la soberbia a la herejía y a las prácticas mágicas, así como de haber creado una especie de sociedad secreta cuyos ritos, descritos con feroz realismo, componían un cuadro demonolátrico.
Y aquí ya aparecen bastantes elementos de lo que más tarde será el sabat: orgía gastronómica y sexual (con la típica acusación, bastante antigua, de relaciones promiscuas en la oscuridad), animales diabólicos como el sapo y el gato negro (aún no el macho cabrío), el característico homenaje al demonio, es decir, el beso en la zona anal, y por último la profanación de la hostia consagrada.
(continuará)
Franco Cardini: MAGIA, BRUJERÍA Y SUPERSTICIÓN EN EL OCCIDENTE MEDIEVAL
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(*) Decreto emitido por el papa Gregorio IX en 1233 condenado la herejía del luciferismo , que se decía extendida por Alemania, autorizando la predicación de una cruzada contra ella.
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