MANUEL GÁLVEZ Y SU PENSAMIENTO POLÍTICO
La importancia del líder, el don carismático para dirigir a las masas, era una preocupación de las décadas de 1920 y 1930.
El escritor argentino Manuel Gálvez (1882-1962) consideraba el talento, el pragmatismo y la actitud convincente de un líder era necesaria para organizar una sociedad, de allí su admiración por Hipólito Yrigoyen y su módica expectativa ante la figura del general José Félix Uriburu.
Con cierta reminiscencia del pensamiento de Gaetano Mosca, Gálvez entendía que el conductor era un emergente de una minoría que debía estar dispuesta moralmente a ser canalizadora y guía de las energías nacionales.
El Estado era pensado por Gálvez como un órgano regulador, lo que en palabras de Mosca sería un Estado donde los gobernados encontraban protección contra las arbitrariedades y la tiranía de los gobernantes.
Para Gálvez, la salud moral de la élite implicaba el destino de las masas: una clase de esencia cristiana debía ser la encargada de enderezar el camino de los trabajadores.
Es también ahí donde pueden trazarse algunas líneas de conexión con el pensamiento europeo, en este caso con Vilfredo Pareto, ya que este sociólogo y economista italiano advertía que las élites daban forma a la sociedad, la caracterizaban: "toda sociedad es lo que son sus élites".
Para ambos el problema de la decadencia de una sociedad estaba ligado íntimamente a la decadencia, frivolidad u ocaso de los sectores dirigentes.
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