ESTONIA ENTRE LA OCUPACIÓN SOVIÉTICA (1939 - 1941) Y LA OPERACIÓN BARBARROJA

 

Estonia compartió el destino de Lituania y Letonia. Al igual que los otros dos Estados bálticos, fue concedida a los soviéticos por los alemanes según lo estipulado en el pacto Mólotov-Ribbentrop, modificado y ratificado por el Tratado de Amistad, Cooperación y Demarcación de septiembre de 1939.
La ocupación soviética de Estonia acarreó la destrucción completa de la élite política y administrativa del país. Al presidente Päts, por ejemplo, lo sacaron de su casa para deportalo a la Unión Soviética, donde falleció. Laidoner, comandante en jefe de las fuerzas armadas, también murió en el exilio después de ser deportado. De los 11 miembros del último Gobierno de Estonia, 10 fueron encarcelados. De ellos, 4 fueron ejecutados y 5 murieron en campos de concentración. 
La ley soviética se aplicó de manera retroactiva en la Estonia ocupada, según una lógica que consideraba que el Estado estonio no sólo no existía, sino que nunca había existido. En consecuencia, haber servido al Estado en las décadas de 1920 y 1930 se consideraba un crimen.
En lo que rápidamente pasó a ser la Estonia soviética, las nuevas autoridades llevaron a cabo unas 400 ejecuciones y, para cuando las tropas alemanas se congregaron para invadir la URSS en 1941, los soviéticos empezaban a preparar deportaciones masivas. La noche del 14 de junio de 1941, el NKVD (antes Cheka y luego KGB) deportó a unos 10.200 ciudadanos estonios, cerca del 1% de la población total -más o menos el 10% de la minoría judía, muy castigada por la represión soviética.



Días después, cuando las tropas alemanas atravesaban los países bálticos en dirección a Estonia, los soviéticos fusilaron a los prisioneros estonios y abandonaron sus cadáveres en las cárceles.
Los alemanes llegaron a Estonia a principios de julio de 1941 acompañados de un grupo de estonios cuidadosamente seleccionados. Como en Lituania o Letonia, la ocupación soviética de Estonia había obligado a miles de personas a huir del país, y muchas se habían marchado a Berlín. Esto dejaba a los alemanes un amplio abanico de posibles colaboradores. Muchos estonios deseaban regresar, así que los alemanes pudieron escoger a quienes consideraban más útiles para sus propósitos.
Igual que en otros lugares, la doble ocupación supuso una doble depuración de la élite política. Los soviéticos habían eliminado a la clase dominante anterior y los alemanes impedían volver a todo aquel que no pareciera suficientemente maleable. Naturalmente, el centro y la izquierda políticos también quedaron fuera de la selección nazi. Como en otros casos, aquel verano los alemanes pudieron aprovechar los recursos morales, materiales y políticos resultantes de la ocupación soviética.
El recurso político en Estonia, como en Lituania y Letonia, era especialmente abundante. Tan sólo un año antes, todo un Estado había sido destruido de una forma humillante y despiadada, por lo que la población estaba preparada para una redención tanto política como personal.
En julio de 1941, cuando el Einsatzgruppe A llegó a Estonia, los alemanes ya habían perfeccionado el argumento sobre la liberación que ellos ofrecían al pueblo estonio: lo liberarían de los judíos, y la participación local en dicha liberación sería una condición previa para las futuras negociaciones políticas.
Tal como había sucedido en Lituania y Letonia, los ciudadanos tradujeron este mensaje añadiendo un elemento que se les había escapado a los alemanes: si los estonios colaboraban con el segundo invasor (alemán), no se tendría en cuenta su primera colaboración (soviética). En Estonia no hubo pogroms de judíos, pues los alemanes ni siquiera los consideraron necesarios.
La doble colaboración era muy común. Algunos de los partisanos estonios antisoviéticos, miembros de la Guardia Nacional, asesinaron a judíos. Los asesinos más fanáticos dentro de esta milicia eran ex comunistas que cambiaron de bando para limpiar sus nombres cuando llegaron los alemanes. 
La policía estonia, que había colaborado en las deportaciones soviéticas de ciudadanos estonios y judíos, ahora ejecutaba las órdenes alemanas y asesinaba a estonios y judios. 
Los soviéticos deportaron a unos 10.000 ciudadanos estonios de los cuales 450 eran judíos; durante el dominio alemán, unos 10.000 más fueron ejecutados, y en este caso la cifra de víctimas judías ascendió a 963. 


Timothy Snyder: TIERRA NEGRA

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