LA ASTROLOGIA Y LA MAGIA EN EL RENACIMIENTO
La astrología estaba a la orden del día en la renovación temática y textual. Entre los distintos clásicos descubiertos y resucitados por los humanistas se encontraba, desde el primer cuarto del siglo XV, el poema ASTRONOMICA de Marco Manilio, "único monumento de gran inspiración de la poesía astrognóstica que haya producido la poesía latina de la Roma imperial" (A. Warburg).
En la época del concilio de Florencia, Gemisto Pletón, mientras anunciaba el inminente retorno de los dioses de la Hélade, difundía las doctrinas de los ORÁCULOS CALDEOS, el libro sagrado de los neoplatónicos después de Porfirio, mientras que el HIMNO DEL SOL del emperador Juliano se convertía en uno de los textos más caros a la PIETAS del círculo humanista protegido por Cosme el Viejo: culto solar que había de transmitirse lleno de valores místicos e implicaciones científicas a Leonardo de Vinci y Nicolás Copérnico.
Durante el siglo XV volvemos a comprobar hasta qué punto la magia y la astrología estaban inextricablemente vinculadas.
Adoptando una periodización que tal vez habría que revisar, pensamos en el siglo XV como en el siglo en que comenzó el Renacimiento y en consecuencia la época moderna.
El descubrimiento de los textos herméticos, tan admirablemente jalonado por la traducción ficiniana del CORPUS HERMETICUM en la Florencia de 1463, constituye el punto nodal de una concepción que, al ligar estrechamente cielo y tierra, al cosmos total y los elementos individuales, hacía del hombre el centro del universo.
Así como en el ASCLEPIUS (Esculapio) atribuido a Apuleyo podía leerse la exaltación del hombre, en el PIMANDER el hombre divino, el hombre hermético, es el mago capaz de domeñar el mundo de los elementos, las fuerzas de los cielos y hasta las potencias demoníacas.
La centralidad del hombre es un dato fundamental en la meditación de Marsilio Ficino (médico y filósofo italiano) relativa al gran tema de la magia.
El mago capta, coordina, organiza las fuerzas celestes, supeditándolas al interés del hombre y -dato importante para Ficino, médico e hijo médico- de su salud: salud naturalmente espiritual al mismo tiempo que física.
Al reivindicar -no sin directa, aunque no declarada, influencia de textos como el PICATRIX- la plena dignidad de la magia como arte benéfica y como ciencia divina, Ficino procedía a la recuperación de los magos evangélicos, cuyo culto caracterizaba al círculo de Cosme, para recordar que MAGUS no significa ni VENEFICUS ni MALEFICUS, sino SAPIENS y SACERDOS.
Esta defensa entusiasta de la licitud, más aún, de la sacralidad, de la magia, no sólo se advierte en el DE VITA, sino también en el DE SACRIFICIO ET MAGIA, traducción latina de un centón compuesto por Miguel Pselo con extractos de una obra de PROCLO, para quien el "arte sacro" era ni más ni menos que el "arte de los caldeos".
Pero es sobre todo Plotino el que da forma a la reflexión ficiniana, especialmente donde insiste en la posibilidad de atraer el ANIMA MUNDI y las almas estelares mediante el empleo de símbolos y talismanes apropiados y construidos con conocimiento de causa.
Y está presente, asimismo, el sublime magisterio de Platón, con su concepto de amor cósmico.
Franco Cardini: MAGIA, BRUJERIA Y SUPERSTICION EN EL OCCIDENTE MEDIEVAL
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