LAS DOS TRADICIONES DE LA ENEIDA

 Las dobles tradiciones de LA ENEIDA de Virgilio, que tachonan aquí y allá el desarrollo de la epopeya.

La más importante se aplica a la persona del héroe principal y nos remite al primer grupo de leyendas, venida de LA ILÍADA.

En el canto XX, Poseidón profetiza al antagonismo de la descendencia de Príamo y la de Eneas. Parece que este pasaje contiene el recuerdo de la rivalidad de una rama primogénita y de una rama segundona.

El canto XIII refuerza esta sospecha y testimonia la existencia de un descontento que habría hecho de Eneas un opositor a la dinastía qu ocpaba el trono.

La idea se abrió camino y en una parte de la tradición posterior Eneas se tansformó en un traidor.

De acuerdo con Anténor, uno de los viejos del consejo de Príamo, habría entregado Troya a los griegos. Pieles de pantera, extendidas en sus puertas, habrían preservado sus casas del pillaje.

Esta versión fue acogida por los escritores eclesiásticos, pues servía a su polémica contra la veneración que los romanos manifestaban  por sus antepasados paganos.

"Eneas -dice Tertuliano en "A las naciones", 2,2- se descubre como un traidor a su patria; Eneas tanto como Anténor. Y aunque sus defensores no acepten esta traición. Eneas, sin duda alguna, mientras su patria se incendiaba, abandonó a sus compañeros para ir a sufrir el yugo de una mujer cartaginesa."


Una tradición contraria opone su optimismo al pesimismo de la precedente: Eneas fue el héroe de la última resistencia de Troya. Sólo abandonó la ciudad en llamas por orden de los dioses. Cuando tuvo finalmente que rendirse, había inspirado ya a los griegos una admiración tal que éstos le permitieron retirarse con aquel de sus bienes al que tuviera más afecto. Eligió a su padre Anquises. El viejo estaba afectado por una milagrosa parálisis, castigo de la indiscreción que cometiera al revelar los favores recibidos de Venus. Su hijo lo cargó sobre sus hombres.

Los griegos, ante este espectáculo, impresionados por su desinterés, renovaron su concesión. Eligió entonces a sus dioses. Con una admiración creciente los enemigos le acordaron un salvoconducto y pudo partir con todo lo que poseía.

La versión adoptada por Virgilio es la segunda, pero la influencia de la primera se siente en muchos pasajes.


A. M. Guillemin: VIRGILIO. POETA, ARTISTA Y PENSADOR



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