LOS MEROVINGIOS Y LA ECONOMÍA DE LA ALTA EDAD MEDIA

 

Los merovingios heredaron una tierra todavía rica en oro. Éste fue un factor que contribuyó en su decisión de desplazarse hacia el sur. Al hacerse cargo de los dominios imperiales (o fiscus) asumieron también una tradición de impuestos que no fue comprendida ni aprobada por sus continuadores.

Gregorio de Tours da varios ejemplos de la resistencia presentada por los francos ante los crecientes aumentos de los impuestos, resistencia que probablemente se debía menos a un convencimiento de que los impuestos eran injustificables por improductivos, es decir, beneficiaban a los merovingios pero no al Estado, que a la creencia mucho más antigua de que el camino apropiado para que los reyes volvieran a llenar sus arcas era efectuar incursiones de pillaje fuera de sus propios territorios.

Tales incursiones se llevaban a cabo frecuentemente a Italia, España y cualquier otro lugar. Por ejemplo, Dagoberto en una sola incursión a España obtuvo 200.000 solidi de oro; pero esto no fue considerado suficiente.

Mientras tanto, además del saqueo y de los impuestos, los merovingios podían contar ocasionalmente con grandes subsidios desde Bizancio, y con la aún menos frecuente liberación del tesoro de los templos paganos.

De este modo, al menos hasta los tiempos de Dagoberto, la acuñación merovingia de monedas de oro fue abundante y no estuvo sujeta a fluctuaciones en su peso. Fue una acuñación vigorosa, signo de una activa vida comercial. 

Desde el siglo VI el naciente comercio marítimo del noroeste había ido creciendo en manos de los frisones. Sus barcos se mantenían activos entre Inglaterra, Escandinavia, Galia y lugares aún más lejanos. 



Ya en tiempos de Dagoberto frecuentaban las ferias de San Dionisio llevando quizá con ellos sus característicos artículos de comercio, piezas de tela frisia, o pallia -capa- Fresonica, cuya lana podía muy bien haberse comprado en los mercados de Londres o de York.

En Duurstede, cerca de la desembocadura del Rhin, Dagoberto abrió una casa de moneda para ayudar a financiar este comercio. Desde entonces, o poco después, la plata comenzó a reemplazar al oro como metal favorito para la acuñación en el Norte.

Tesoros de monedas de plata gálicas, incluidas muchas sceattas de plata anglosajonas, del siglo siguiente a Dagoberto, revelan la presencia de mercaderes anglo-frisones internados profundamente en territorio franco, y notablemente a lo largo del Rhin.

Fue aquí, en ciudades tales como Maguncia (Mainz), donde los mercaderes del Norte tomaron contacto con las antiguas ciudades comerciales galo-romanas, y se encontraron con los del sur, que habían cruzado los Alpes y llegado hasta el valle del Ródano con sus mercaderías del Mediterráneo.

Se ha argumentado que ciertas nuevas influencias artísticas estaban llegando entonces al norte, pasando por esta ruta antes que por Provenza o Aquitania; pero tal evidencia es difícil utilizarla objetivamente, y la verdad parece consistir en que ninguna ruta comercial disfrutó mucho tiempo un inalterable monopolio durante la Edad Oscura.

El valor intrínseco del comercio frisón y los tributos que podían exigírsele a los puertos explican el interés demostrado por Dagoberto y sus sucesores respecto de la región de la desembocadura del Rhin. 

Estaban preparados para construir allí plazas fuertes, particularmente en Utrecht, y para alentar la obra misional entre los paganos, y a menudo rebeldes frisones. 

Tanto monjes irlandeses como benedictinos tomaron parte en la peligrosa empresa de conversión, que avanzó hecha carne y uña con el control político y comercial de los francos.

Una justa apreciación del comercio del Rhin ayudará también a explicar la determinación de Dagoberto de defender a los francos austrasios de la amenaza de los ávaros.


J. M. Wallace - Hadrill: EL OESTE BÁRBARO

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