LOS ORÍGENES DEL CATALÁN

 

Una de las cuestiones que la lingüística románica no ha solucionado

satisfactoriamente todavía, con las consecuentes opiniones

enfrentadas al respecto, es la posición del catalán en la Romania y su

pertenencia a uno u otro grupo románico, «problema que ha merecido

los afanes de muchos estudiosos y al cual se han propuesto soluciones

diversas», en palabras de Tagliavini (1973: 578).

En la primera edición de su Grammatik, de 1836, Diez considera

el catalán un dialecto del provenzal. En la segunda edición, de

1856, Diez corrige este punto de vista y afirma que el catalán es una

lengua independiente, pero relacionada con el provenzal. En la tercera

edición, él mismo destaca que «La lengua catalana [...] está respecto

al provenzal no propiamente en la relación de un dialecto; es

más bien un idioma independiente emparentado de cerca con aquél»

(Apud Vidos, 1968: 286, nota 2).




Esta opinión fue desarrollada por Morel-Fatio (Gröber, 1886-

1906, I: 673). Para él, en los siglos VIII-IX, después de haber sido creada

la Marca Hispánica por Carlomagno para defender su Imperio

Romano-Germánico de las invasiones árabes, una modalidad occitana

fue llevada desde Rosellón, la antigua Septimania de los visigodos,

a esa nueva unidad político-administrativa y militar que se extendía

a ambos lados de los Pirineos. Debido a la Reconquista y a la

retirada de los árabes a España, esta modalidad se fue extendiendo por

toda la zona donde se habla en la actualidad el catalán (excepto las

Islas Baleares y la región de Alguer, en Cerdeña). Lo que equivale a

decir que el catalán pertenece, desde el punto de vista genético, al

grupo galorrománico, junto con el francés, el occitano y las hablas

franco-provenzales.

Varios lingüistas de reconocido prestigio compartieron la opinión

de Morel-Fatio. Entre ellos, Meyer-Lübke (1925, 1926a, 1974), Bourciez

(1967), Moll (1952), Coromines (1992), Rohlfs (1979: 127-340),

Iordan-Orr (1970) y otros. El primero expuso su punto de vista al respecto

en varios estudios. En su célebre Grammatik, de comienzos del

siglo pasado, comparte sin reservas la opinión de Morel-Fatio (Meyer-

Lübke, 1974). Años más tarde, en la monografía dedicada al catalán,

destaca las semejanzas entre esa lengua y el provenzal y las diferencias

entre la misma y las lenguas iberorrománicas, concluyendo que,

desde su punto de vista, el catalán pertenece al grupo galorrománico

y es un dialecto provenzal (Meyer-Lübke, 1925). Finalmente, en la

Einfürung, incluye el catalán entre los dialectos provenzales (Meyer-

Lübke, 1926a).




Coromines (1992) considera también que el catalán pertenece al

grupo galorrománico. Según él, la semejanza entre el catalán y el occitano

es mayor que con cualquier otra lengua romance, y el parentesco

entre las dos es el de lenguas gemelas, comparable al existente

entre el portugués y el español.

Rohlfs utiliza casi los mismos términos que Coromines, tras un

análisis comparado de refranes en catalán, occitano y español: «Los

ejemplos citados no piden comentario. Catalán y provenzal se presentan

en esta comparación como dos hermanos, mientras que catalán

y castellano nos resultan más bien unidos por parentesco de primos

» (Rohlfs, 1955: 664). Esta posición la volverá a defender más

tarde, cuando al hacer su estudio comparativo de 49 voces románicas

(Rohlfs, 1979: 127-340), concluye que «el catalán es en lo esencial

una «dépendance» del provenzal» (Rohlfs, 1979: 259).

Desde una perspectiva completamente diferente, Griera (1922,

1925, 1931) opina que el catalán pertenece al grupo galorromance y

es una prolongación territorial del provenzal, pero se diferencia de

aquel sobre todo en lo que al léxico se refiere. Griera (1931: 3) considera,

sin embargo, que desde el punto de vista cultural el catalán es

una lengua independiente tanto del español como de las lenguas galorrománicas.

La conclusión de estos estudios es, en las acertadas palabras de

Tagliavini (1973: 579), que

[...] el catalán es galorromance por sus orígenes, mas no puede ser clasificado

como dialecto provenzal; es iberorromance por su posición geográfica,

pero por sus caracteres peculiares y por razones históricas no

puede ser contado entre las lenguas iberorromances.

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Sobre la posición del catalán en el conjunto de la Romania

DAN MUNTEANU COLÁN

(Universidad de Las Palmas de Gran Canaria)


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