LOS AMOS DEL FUEGO: HERREROS, ALQUIMISTAS Y ALFAREROS

 El alquimista, como el forjador, y antes que ellos el alfarero, es un "señor del fuego", pues mediante el mismo es como se opera el paso de una sustancia a la otra. El primer alfarero que consiguió, gracias a las brasas, endurecer considerablemente las "formas" que había dado a la arcilla, debió sentir la embriaguez del demiurgo. Acaba de descubrir un agente de transmutación. Lo que el calor natural -el del sol, o el vientre de la Tierra- hacía madurar lentamente, lo hacía el fuego en un tiempo insospechado. 

El entusiasmo demiúrgico surgía del oscuro presentimiento de que el gran secreto consistía en aprender a hacer las cosas "más aprisa" que la Naturaleza. Es decir -pues siempre debemos traducir a los términos de la experiencia espiritual del hombre arcaico-, a intervenir sin riesgo en el proceso de la vida cósmica del ambiente.

El fuego se declaraba como un medio de hacer las cosas "más pronto", pero también servía para hacer de lo que existía en la Naturaleza, y era, por consiguiente, la manifestación de una fuerza mágico-religiosa que podía modificar el mundo, y, por ende, no pertenecía a éste.

Esta es la razón por la cual ya las culturas más arcaicas imaginan al especialista de lo sagrado -el chamán, el hombre-medicina o curandero (es decir, el que cura), el mago- como a un "señor del Fuego".

La magia primitiva y el chamanismo implican el "dominio del fuego", bien que el curandero pudiese tocar impunemente las brasas, bien que pudiese producir en su propio cuerpo un calor interior que le hiciese "ardiente", "abrasador", permitiéndole así resistir un frío extremo.


Mircea Eliade: HERREROS Y ALQUIMISTAS


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Nota del editor

La palabra FUEGO designa a la reacción química que genera calor y luz por la combinación del oxígeno (gas difundido en la atmósfera) con una sustancia combustible. Deriva del latín FOCUS (de donde el castellano FOCO): hogar, chimenea, altar, hogar paterno (por considerarse el hogar el centro de la casa). Entre los antiguos el hogar no es meramente un lugar de habitación sino un ámbito sagrado, un microcosmos, donde habitan en comunidad los vivos y los antepasados fallecidos unidos por lazos espirituales y a los cuales se debe venerar para mantener una existencia armónica.

La raíz indoeuropea del latín FOCUS, del inglés FIRE y del alemán FEUER es PEHWR- (quemar). De allí también el griego antiguo PYR (que ha dado purga, piromaníaco, etc.). La presencia de esta misma palabra en las diferentes ramas del indoeuropeo (itálico, germánico, hitita, eslavo, tocario, armenio, etc.) muestra el remoto conocimiento del mismo en la patria original de los mismos en Eurasia. Lo que no sucede, por ejemplo, con la palabra MAR. 




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