EL RENACIMIENTO CULTURAL CAROLINGIO

 La Iglesia desempeñó un papel esencial en ese fenómeno cultural que se conoce con el nombre de "Renacimiento Carolingio", el cual se había anunciado mucho antes. Hacia el año 700 podían encontrarse en algunas iglesias visigóticas, en la corte lombarda de Pavía y, sobre todo, en los conventos anglosajones, clérigos y monjes con cierta cultura, que aunque en una perspectiva estrictamente religiosa, seguían leyendo los autores antiguos preocupándose por la corrección gramatical y por la elegancia literaria. 

Pero nada semejante existía ya en aquellos momentos en el Reino de los Francos (Regnum Francorum). La ignorancia había progresado tremendamente durante el  siglo VII. Casi todos los laicos eran analfabetos. Entre los propios clérigos, el nivel cultural era, generalmente, muy bajo. Ni siquiera en las iglesias había prácticamente escuelas, bibliotecas o talleres de copistas.

El renacimiento intelectual de Occidente se debió, al menos parcialmente, a la voluntad de Carlomagno. Según él, era una necesidad primordial para la reforma de la Iglesia. NI la disciplina eclesiástica, ni la liturgia, ni la predicación podían asegurarse correctamente con un clero ignorante. 




Por otra parte, las preocupaciones culturales de Carlomagno estaban estrechamente relacionadas con sus concepciones políticas generales. Veía en la elaboración de una enseñanza, de una liturgia y de un derecho unificados uno de los mejores medios de vencer la diversidad de los pueblos a él sometidos y de reunirlos en un imperio coherente, heredero del Imperio Romano, cuya unidad se había basado, a su vez, en un principio cultural.

Este renacimiento fue una obra de gran envergadura. La primera fase, que abarca aproximadamente el reinado de Carlomagno, se consagró esencialmente a establecer las infraestructuras  necesarias. En esta empresa se rodeó Carlomagno de consejeros no francos, originarios de los márgenes del Occidente, en donde la cultura no había conocido un declive demasiado grave. Citemos a los lombardos Pedro de Pisa y Pablo Diácono; al visigodo Teodulfo, obispo de Orleans, y, sobre todo, al anglosajón Alcuino (c.730-804), alumno y más tarde maestro en la escuela catedralicia de York. 

Alcuino llegó a la corte franca en el 782. Fue uno de los allegados al soberano más escuchados por éste y uno de loa instigadores del restablecimiento del imperio. En los últimos años de su vida se retiró a su abadía de San Martín de Tours, pero siguió manteniendo una abundante correspondencia con Carlomagno y los principales letrados del imperio.


Jacques Verger: LA ALTA EDAD MEDIA


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