EL SIGNIFICADO DE LA BÚSQUEDA DEL GRIAL

 Parece que el Grial, como simple objeto, no sea nada. Todos los que se afanan por encontrarlo nunca consiguen dar por terminadas las tentativas.

Además, en la versión cisterciense de la búsqueda el Grial no tiene nada de misterioso, ya que lo vemos aparecer continuamente y sabemos muy bien donde se encuentra. Sin embargo, a los caballeros escogidos les cuesta meses e incluso años concluir lo que debe ser concluido. 

Es decir, que el Grial poco importa y que lo esencial radica en la propia búsqueda. Por ende, debemos preguntarnos cuál puede ser el sentido de esa búsqueda.

Se debe primero precisar que en los antiguos textos, especialmente los que transmiten un mensaje iniciático, nunca puede haber una única solución. 

El relato de la búsqueda no es más que un esquema que cada cual puede adornar como quiera. Así procedieron los diferentes autores, pero cada lector puede hacer lo mismo y hallar sus propias motivaciones, su propio objetivo y su propia interpretación. 

Ante todo, lo que se destaca es que la búsqueda supone ACCIÓN. Es necesario que ocurra algo, que alguien actúe y restablezca una situación desesperada. 




El desolado y estéril reino del Grial representa ese estado de desesperación que puede afectar tanto a una colectividad como a cualquier individuo acosado por la angustia. 

La acción es imperativa y hay que intentar lo imposible. Por la tanto, es una invitación a superarse, a ir MÁS ALLÁ DE LOS QUE ES EVIDENTE, en una exploración encaminada a abrir una brecha en el telón nebuloso de lo desconocido. 

Se trata de devolver la vida y la prosperidad a un reino dormido. 

El significado de la búsqueda es SUBIR MÁS ALTO, vincularse con el mundo de lo Alto, celeste, para concretar esa tarea. Sobrepasar los límites habituales. 

Y esa es la condición para que el reino dormido pueda despertar.


Jean Markale: LA BÚSQUEDA DEL GRIAL

Comentarios

Entradas populares de este blog

LAS CARRETERAS ROMANAS, LAS PIEDRAS MILIARIAS Y LA MANERA DE CONSTRUIRLAS

¿CUÁNDO SURGIÓ EL JUDAÍSMO?

JOSEPH CAMPBELL Y LA MITOLOGÍA