EL SISTEMA DE CARRETERAS ROMANO

 Ninguna de las grandes civilizaciones mediterráneas de la antigüedad tuvo una verdadera política de carreteras, a excepción de Roma.

Los ejemplos apartados por los persas, asirios, babilonios y egipcios fueron en realidad hechos esporádicos y limitados, que no pueden encuadrarse en niveles precisos y orgánicos. 

Ello se explica fácilmente por el hecho de que el centro motor de estas civilizaciones fue naturalmente el Mediterráneo, del imperio persa hasta Atenas, de Alejandría a Constantinopla, y, por tanto, dicho mar se convirtió en la más importante de las vías de comunicación.

La misma Roma debió convertirse en una gran potencia marítima para formar su propio imperio. Lo hizo a su pesar, bajo la amenaza de Cartago, su terrible enemiga, porque, a diferencia del resto de las potencias antiguas, los romanos se desenvolvían mejor en tierra firme. 

Fueron los más grandes constructores de carreteras que recuerda la historia antigua y lograron comunicar cada una de las poblaciones de su imperio en una extensísima red de comunicaciones que tenía por centro a Roma.




Durante un período que sobrepasa los 500 años de su historia, desde el 300 a.C. hasta el 250 d.C. aproximadamente, construyeron carreteras en forma sistémica, utilizando para esta tarea a los prisioneros y los esclavos  e incluso, en los turnos de descanso, a sus mismas legiones.

Las carreteras romanas se diferencian de todo el resto de las vías terrestres de comunicación de la antigüedad, sea por la grandiosidad de su concepción, sea por su técnica prodigiosa, constituyen sin el menor género de duda, uno de los productos más originales de su civilización.

Las cortas y escasas "vías sacras" de los griegos, quienes, por otra parte, nunca tuvieron verdaderas carreteras, sino senderos o pistas de tierra trillada, no podían construir un modelo para un diseño tan complejo como el ideado y llevado a la práctica por los romanos.

De ahí que el origen de su profundo conocimiento técnico sea objeto de innumerables controversias. Hay una corriente de opiniones que pretende deducir dicho origen de una herencia etrusca, pero, a pesar de la notable dificultad de establecer si realmente las carreteras empedradas atribuidas a los etruscos son efectivamente obra de ellos, se da una diferencia sustancial entre las carreteras etruscas y las romanas. 

Las primeras siguen siempre el relieve del terreno, superando los obstáculos en los puntos más accidentados, mientras que las segundas se trazaron de modo que abreviaban al máximo el recorrido.

Ahora bien, cualquiera que sea el fundamento y el origen de sus conocimientos, es de todo punto indudable que la ingeniería de caminos romana llegó a alcanzar un nivel de desarrollo muy considerable.

Una de las finalidades de las carreteras romanas era servir a las comunicaciones postales entre las diferentes localidades. Al igual que en Persia, se montó una perfecta organización a lo largo de todas las principales carreteras itálicas y de provincias. A los lados de las carreteras se erigían las mansiones, paradores dedicados al relevo de las cabalgaduras de los funcionarios que estaban encargados de llevar las noticias, principalmente de carácter político-militar.

Una de las carreteras más famosa fue la mandada construir por el emperador Trajano en el año 100 d.C. a lo largo de la orilla derecha del río Danubio. Este emperador desarrolló una gran actividad en la restauración y en el incremento de la red de comunicaciones del Imperio. La famosa Tabula Trajana, a un costado de dicha carretera, esculpida por legionarios, recuerda su construcción.

(continuará)

J. K. Bridges: TRANSPORTES TERRESTRES

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