JOSEPH CAMPBELL Y LA MITOLOGÍA

 Joseph Campbell acostumbraba decir que la mitología representa la Armonía de las Esferas de la que hablaban los pitagóricos: la continua música que produce el Universo. 

La mitología -como la música- señala de algún modo el sentido de la vida, que no puede ser expresado en palabras, como quien transmite una fórmula, pero sí sugeridos en símbolos cantado por las Sirenas.

La concepción de mitología universal que Campbell ha desarrollado a lo largo de su fecunda obra es la de una tradición viva que conserva un tesoro, el tesoro de la philosophia perennis de la humanidad expresada en las distintas lenguas.

En este sentido, toda la sabiduría de las distintas tradiciones es mitología, desde la antigua Sumer hasta el Rey Arturo pasando por las Upanishadas, Homero, Lao Tsé, el Antiguo y el Nuevo Testamento y el Corán.

Y en la modernidad, los artistas han enriquecido este texto infinito como lo han hecho Shakespeare o Goethe, mientras Jung, Spengler y Nietzsche han vuelto a pensar el mismo núcleo viviente del mito eterno.




Siempre se trata de descifrar el mismo oráculo de la vida humana en sus distintos niveles: las esferas psicólogicas y sociales danzan en torno del centro sagrado del mundo. 

Desde una perspectiva muy amplia Campbell creó una articulación vitalista y afirmada de los contenidos esenciales de la mitología sin excesivos planteos teóricos ni complejidades expositivas.

Su pensamiento es simple y profundo. Muestra que en la mitología se preserva conocimiento, no mera erudición sino historias sobre la sabiduría de la vida, como huellas de la experiencia que otros han marcado en su camino.

Dentro de este corpus textual que construye la mitología en este vasto sentido se incluyen todos los textos sagrados, las leyendas populares, la literatura y la filosofía porque son portadores de los significados con los que se construyó nuestra visión del mundo. 

Campbell toma elementos precisos de nuestro mundo contemporáneo desde una visión crítica pero integradora. Advierte que la tecnología nunca podrá salvarnos pero que ella refleja el ineludible escenario de los mitos actuales y futuros. Señala que el ser humano contemporáneo en la medida en que se convierte en un espectador de televisión (*) se ha transformado en un ser siniestro porque desoye el llamado al camino del héroe y lo reemplaza por una actitud sustitutiva de pasividad.

Respecto de la función de la mitología, Campbell insiste en el hecho de que en las escuelas ya no se educa a nadie, sino que sólo se da información. Y esto es justamente el problema: en las culturas en las que se mantiene una tradición viva -como en el mundo antiguo- lo que denominamos mitología ha sido siempre el canal de transmisión del conjunto de los valores y las creencias de un pueblo articulado en una serie de relatos simbólicos en los que se transmitían tanto elementos de la historia de la comunidad, como enseñanzas espirituales, planteos metafísicos y claves para las situaciones vitales.

Por el contrario, en la civilización del Occidente contemporáneo -como bien lo reflejan la filosofía y la literatura del siglo XX que Campbell conoció muy bien- vivimos cada vez más en la tierra baldía, en el nihilismo de sociedades olvidadas de sus propias riquezas. 

Y es en este punto que Campbell sostiene que para el hombre actual de Occidente existe el tremendo desafío de apoyarse en la sabiduría perenne de la humanidad o perderse en los laberintos de su mente y destruirse a sí mismos.


Introducción de Leandro Pinkler a MITOS DE LA LUZ de Joseph Campbell


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(*) Podríamos agregar, de las pantallas de los celulares. (Nota del editor)


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