LAS CARRETERAS ROMANAS, LAS PIEDRAS MILIARIAS Y LA MANERA DE CONSTRUIRLAS

 El sistema de las piedras miliarias se aplicó en todas las carreteras romanas. Las mismas no eran útiles sólo para mayor comodidad de los viajeros, sino también y de modo principal para dividir los sectores de sostenimiento y conservación de las mismas carreteras. 

Las carreteras romanas constituían un sistema de extraordinaria eficacia para unir el gobierno central y los órganos administrativos periféricos, además de ser un instrumento insustituible para los intercambios comerciales.

Una red de servicios, separados entre sí cada 6 o 10 millas romanas, estaban al servicio exclusivo de los funcionarios del gobierno, lo que les permitía viajar con absoluta seguridad y máxima rapidez. 




Cada 6 millas se encontraban estaciones de postas donde se podían  hallar caballos de refresco. Cada 20 o 30 millas había hosterías (mansiones), donde los viajeros disponían de comida y de aposentos para descansar y también  había estaciones de posta de este tipo en los más remotos confines del imperio, pero rodeadas por una empalizada y fosos, lo que las convertía en verdaderas fortalezas.

En las localidades inhóspitas y desérticas se excavaban en los bordes de las carreteras pozos y fuentes destinados a abrevaderos de los caballos utilizados por los funcionarios consulares. Tales pozos y fuentes se hallaban también a disposición de todos los viajeros, quienes, sin embargo, no podían beneficiarse de las hosterías, y mucho menos aún de las estaciones de postas.

Pero sería conveniente examinar más de cerca estas famosas carreteras. Junto al clásico tipo de calzada empedrada, aún hoy visible en largos trechos de la Vía Apia, de la Vía Aurelia, Cassia, etc., se daban otros dos tipos de carreteras: una recubierta de arena y grava (via glara strata), y otra, llamada via terrena, constituida por tierra trillada y desprovista de empedrado. Este tipo tipo habíase difundido principalmente difundido en África y en Siria, donde el terreno duro y compacto del desierto no requería una preparación especial del fondo, pudiendo resistir perfectamente el tráfico rodado y el desgaste del tiempo. 

Como resulta evidente, la variedad del material utilizado en la preparación del fondo estaba en estrecha relación con la clase de terreno de que se trataba en cada caso concreto. En la Via Praenestina y en la Via Apia se empleaban a menudo grandes losas de lava; en otros lugares se usaban de modo preferente la cal o la piedra. 

Las carreteras principales, las de mayor tránsito, tenían 6 m de anchura, mientras que las de menor importancia medían sólo 3 m. Constituye una excepción la Via Apia, la de mayor antigüedad, cuya anchura no rebasaba los 3,60 m.


J. K. Bridges: HISTORIA DE LAS COMUNICACIONES

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