EL YGGDRASIL Y LA COSMOGONIA DE LOS ANTIGUOS GERMANOS

 Si bien disponen de mayores informaciones que los celtistas, los historiadores de la religión germánica insisten sobre las dificultades de su investigación. 

Las fuentes son de distinta naturaleza y de valor desigual: restos arqueológicos, escritos de época romana (en primer lugar la GERMANIA de Tácito), descripciones de los misioneros cristianos y, sobre todo, los poemas de los escaldos (antiguo poeta escandinavo, autor de sagas y de cantos heroicos) islandeses, completados por un valioso manual compilado por Snorri Sturluson en el siglo XIII.

Por otra parte, solo en Islandia, que fue cristianizada tardíamente (en el año 1000), se ha conservado una tradición oral suficientemente coherente, tal de permitirnos reconstruir en grandes líneas la mitología y el culto.

Lo que equivale a decir que no es posible, sin pruebas suplementarias, considerar adecuadas para el conjunto de las tribus germánicas las informaciones relativas a las creencias de los inmigrantes noruegos en Islandia.

Sin embargo, a pesar de las graves lagunas (no poseemos informaciones sobre los godos y los burgundios), a pesar de la heterogeneidad de las creencias, debido a diversas influencias (célticas, romanas, orientales, norasiáticas, cristianas) sufridas por las diversas tribus durante su dispersión a través de media Europa, no se puede dudar de una cierta unidad fundamental de la religión de los germanos.



Ante todo encontramos numerosos elementos específicos de la herencia indoeuropea aún reconocibles en las tradiciones de diferentes tribus (en primer lugar la tripartición divina, la pareja antagónica y complementaria de los dioses soberanos, la escatología).

En segundo lugar, podemos deducir de los nombres de los días que todos los pueblos germanos veneraban los mismos grandes dioses. Cuando en el siglo IV los germanos adoptaron la semana de 7 días, sustituyeron los nombres de las divinidades romanas por los de sus dioses.

Así, por ejemplo, "miércoles" (dies Mercuri) fue sustituido por el "día de Odín-Wotan": en antiguo alto alemán Wuotanestac, inglés wednesday, holandés woensdag, antiguo escandinavo Odhinsdagr.

Lo cual prueba que Mercurio fue identificado con un dios conocido en todo el mundo germánico bajo un único y solo nombre: el de Odón-Wotan.

Se ha observado que la última fase de la religión germánica fue dominada por el interés apasionado por el mito del fin del mundo. 

Se trata por otra parte de un fenómeno general, atestiguado desde el siglo II a. C. en el Próximo Oriente, en Irán, en Palestina, en el Mediterráneo y, un siglo más tarde, en el Imperio Romano. Aquello que sin embargo caracteriza a la religión germánica es el hecho de que el fin del mundo ya está anunciado en la cosmogonía.

El relato más completo de la Creación nos ha sido transmitido por Snorri (Gylfaginning, 4-9), que se basa en poema admirable, la Völuspá ("Predicción de la volva", es decir de la "Vidente"), compuesto hacia el final de la época pagana.

Según estas "Predicciones" (estrofa 3), al principio no existía "ni tierra ni bóveda celeste", sino solamente un "gigantesco abismo", Ginnungagap (esta imagen, familiar en las cosmologías orientales, se encuentra también en otros textos).

Snorri precisa que en el norte se extendía una región fría y brumosa, Niflheimr, identificada con el mundo de los muertos, donde brotaba una fuente en la cual nacían 11 ríos; en el sur se hallaba un país ardiente, Muspell, custodiado por el gigante Surtr (el "Negro"); en la zona intermedia nacío, tras el choque del hielo con el fuego, un ser antropomorfo, Ymir. Mientras dormía, bajo su brazo surgió de su sudor un hombre y una mujer, y de uno de sus pies generó un hijo.

De los hielos que se descongelaron surgió una vaca, Audhumbla, que debía nutrir a Ymir con su propia leche. Al lamer luego el hielo salado, Audhumbla le da forma de un hombre, Buri, que esposó a la hija de un gigante y tuvo 3 hijos: Odín, Vili y Ve. 

Estos 3 hermanos decidieron abatir a Ymir, pero el chorro de su sangre tragó a todos los gigantes excepto a uno, que se salvó misteriosamente con su esposa.

Los hermanos llevaron luego a Ymir al centro del gran abismo y, desmembrándolo, crearon el Mundo con su cuerpo. Con su carne formaron la tierra, con los huesos las rocas, con la sangre el mar, con los cabellos las nubes y la bóveda celeste. 


Mircea Eliade: HISTORIA DE LAS CREENCIAS E IDEAS RELIGIOSAS


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