LA CÁBALA
El judaísmo no se ha mostrado muy favorable a la metafísica o a la mística. Antes del siglo IX es difícil encontrar en la literatura judía rastros de intuición mística, y hasta el XIII no surgió nada semejante a un movimiento místico, en forma de búsqueda de un saber secreto y esotérico.
La palabra hebrea KABBALAH, que significa "lo recibido", aludía únicamente a la tradición escriturística hasta que algunos autores, como Moisés ben Nachmán (1195-1270) y Moisés de León (1250-1305), la asociaron a cierta tradición teosófica. Se aplicó entonces a una serie de doctrinas ocultas y misteriosas sobre la naturaleza de Dios y su relación con el mundo.
Se suponía que las palabras y los números de la Escritura eran portadores de un "significado más profundo"; se adoptó del gnosticismo la creencia en la capacidad mediadora de seres angélicos y demiurgos, y del neoplatonismo la teoría de que todos los seres creados son emanaciones de Dios, entendido éste como Absoluto panteísta.
El alma humana era preexistente, y tras una sucesión de reencarnaciones y ayudada por la penitencia y el ascetismo podría reintegrarse a su fuente divina. Se usaban encantamientos y amuletos para alejar las enfermedades y otros males, y se practicaba la adivinación echando suertes, práctica en apoyo de la cual se podían citar precedentes en la Biblia y el Talmud.
La obra cabalística más importante es el ZOHAR o LIBRO DEL ESPLENDOR, escrito en arameo y atribuido por un error de imprenta a Simeón ben Yohai, un rabino del siglo II. En realidad, se trata de una compilación de comentarios místicos al Pentateuco, elaborada a lo largo de bastante tiempo. Gozó de gran difusión tras la expulsión de los judíos de España en 1492, y pocos libros habrán sido más leídos en toda la judería.
Aunque su influencia ha ido declinando desde hace muchos años, el Zohar ha desempeñado un papel muy notable como enciclopedia de las doctrinas y especulaciones de la cábala, sobre todo en tiempos de persecución.
La cábala ha fomentado la oración y la espiritualidad en el seno del judaísmo, pero también ha dado pie a supersticiones mágicas y a la aparición de impostores que pretendían ser el Mesías.
En el siglo XVIII, la secta de los hasidim se propuso revitalizar la religión espiritual subrayando la presencia de Dios en el corazón del hombre y en el universo en general, presencia que la fe es capaz de aprehender y a la que se accede mediante la oración y la contemplación, conducentes a una absorción panteística en la divinidad.
E. O. James: HISTORIA DE LAS RELIGIONES
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