OCCIDENTE EN LA TRANSICION DE LA ANTIGÜEDAD AL MEDIOEVO

     Lo que dio al cristianismo el poder y la influencia característicos que adquirió en la Europa Occidental, en contraste con el Imperio Bizantino o Rusia, fue el carácter de la sociedad occidental con la cual creció: pobre, simple, agraria, relativamente libre de una tradición compulsiva e intensamente empírica.

Aparte del carácter casi indefinible de los pueblos del Occidente europeo que la crearon, el sine qua non de la nueva civilización fue su reducción a un nivel agrario.

Hubo diferencias correlativas entre los métodos de gobierno occidentales y orientales en el comienzo del medioevo, en los siglos IV y V. Aquí debemos recordar la pobreza de Occidente y la economía hasta cierto punto estable y próspera de Oriente.

Aun cuando estuvo reducido territorialmente y acosado por ataques casi constantes de enemigos extranjeros, Oriente logró mantener una burocracia eficaz, un ejército y una flota pequeños, pero bien equipados, y un sistema financiero estable y de organización y funcionamiento uniformes.

Esta estabilidad era, evidentemente, muy importante. Durante mil años, a pesar de las tensiones, tropiezos y reveses pasajeros, permitió al Estado bizantino obrar en forma directa y con rapidez en las crisis.




En esta sociedad, la Iglesia ocupó una posición importante, pero subalterna, como parte integrante del sistema estatal. Esta "en, no junto" al Estado y su jerarquía sólo funcionó como una parte de la organización burocrática del Estado que llegaba a todas partes.

Este estado de cosas ofrece un marcado contraste con el de Occidente, donde el siglo V simplemente presenció la continuación, con ritmo más rápido, de una decadencia que había sido bastante clara en los siglos III y IV.

Es natural que ese deterioro no prosiguió con la misma velocidad en todas las regiones de Occidente. En la Italia de Odoacro y Teodorico, por ejemplo, el viejo sistema, inclusive la burocracia, se mantuvieron en gran parte vigentes hasta la llegada de los lombardos, quienes sustituyeron al gobierno por príncipes terratenientes mantenidos por el producto de las tierras que le fueron entregadas y que prestaban servicio militar al Estado a título de obligación personal. 

En Galia, asimismo, subsistieron muchas cosas romanas hasta bien entrados los tiempos de los francos. Entre éstos, por ejemplo, se conservaron más elementos del sistema impositivo romano que entre los lombardos; y en la Galia franca el aborrecido impuesto directo sobre la tierra se recaudaba más fácilmente en las zonas más romanas que en las germanas.

Resulta sumamente importante observar que esos nuevos Estados germánicos se basaron en la propiedad de la tierra. Es irrelevante que denominemos o no a esa economía "natural". Lo que importa es que se trataba de una economía sustentada en comunidades autárquicas. 

El grueso de la población vivía en un estado de semilibertad, directamente sobre la tierra, y sus señores, la rama militar de esa sociedad simple, se mantenían con lo producido por los campesinos.

La sociedad medieval de los primeros tiempos sucedió a otra mucho más avanzada, que hasta en medio del fracaso y la decadencia fue capaz de aportarle mucho a su sucesora. Pero, por más significativas que fuesen las supervivencias romanas, sólo eran elementos tomados en préstamo y nada más. La civilización de la Europa Occidental en la Edad Media y después habría sido esencialmente la misma sin ellos.


William Caroll Bark: ORÍGENES DEL MUNDO MEDIEVAL


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