AMÉRICA, LOS IRLANDESES Y LOS VIKINGOS

 

Los irlandeses, que habían abordado el continente americano mucho antes que los vikingos y habían fundado su IRELAND ET MIKA -la Gran Irlanda de allende el océano-, fueron los primeros en extender allí el cristianismo. Como bautizaban a los indígenas en los ríos, les dieron a éstos el nombre de JORDAN, conmemorando la tradición bíblica.

Huyendo de los vikingos y hostigados continuamente por ellos, los irlandeses se dirigieron hacia el Noroeste de las Islas Británicas. Así llegaron a las islas Orcadas. Los vikingos los persiguieron y los hicieron pasar a las islas Shetland, que debieron abandonar también para refugiarse en la isla de Ou, donde se detecta su presencia hacia el año 725. En el 795 desembarcaron en Islandia.

Estos irlandeses eran monjes pertenecientes a la secta cristina de los CEILÉ DÉ, que habían ejercido una gran influencia en Irlanda mucho antes de la evangelización oficial del país por San Patricio.

Eran sacerdotes que vivían en comunidades, los CEILÉ DÉ, solteros y practicantes de la penitencia. Tenían sobre la virtud y la moral ideas que extrañamente encontramos también en la filosofía moral inculcada a los toltecas de Tollán (México) por su famoso rey-sacerdote Quetzalcoatl. Algunos especialistas ven incluso en la persona histórica de éste a un antiguo monje irlandés que había llegado hasta allí.

La doctrina de los CEILÉ DÉ contenía numerosos elementos paganos de raigambre céltica, que obligaron a su condenación por el Papado. Los misioneros católicos preconizaron su aniquilamiento en toda Irlanda, por lo cual, para escapar a las persecuciones, los monjes embarcaron en busca de horizontes más acogedores: las tierras insulares del Norte y del Noroeste.

El abad Adamnan, superior del monasterio irlandés de San Jonás entre los años 679 y 704, nos dice que un tal Cornac (521-597) había hecho ya el viaje entre Irlanda e Islandia más de tres veces. 

En sus descripciones del mar del Norte, el monje irlandés Dicuil explica que religiosos irlandeses habían estado más de seis meses en la "gran tierra de Thule", en el lejano Norte.

Los vikingos llegaron a ella en el 874. Tras un vano intento de resistencia, los monjes huyeron hacia el Oeste y llegaron a Groenlandia. Ciento ocho años más tarde los seguirían los drakkars (barcos con la proa semejando un dragón) noruegos.

Puestos de nuevo en fuga por los vikingos, los irlandeses navegaron a lo largo de la vecina costa antes de dirigirse hacia el Sudoeste, dejándose llevar por las corrientes costeras.




El LIBELLUS ISLANDORUM, escrito por Ari el Sabio (1067-1148), expresa: 

"Los fundadores de los establecimientos normandos en Groenlandia (o sea, Erik el Rojo y los suyos) han encontrado en el país habitaciones humanas, tanto hacia el Este como hacia el Oeste; utensilios de piedra rotos y restos de embarcaciones, lo cual demuestra que había vivido allí algún pueblo."

Como quiera que los esquimales no habían llegado aún al sur de Groenlandia por aquella época, y la presencia de los utensilios y de las casas en ruinas no concuerda con las costumbres ni con el nivel de vida de los esquimales, no cabe la menor duda de que se trata de los irlandeses.

Tras haber seguido la costa de Terranova, los irlandeses se establecieron en lo que hoy es Nueva Inglaterra, donde fundaron la colonia de Gran Irlanda, cuyo emplazamiento exacto no han logrado aún encontrar los historiadores. Seguidamente, penetraron mucho más adentro hacia el Sur.


Pierre Carnac: LA HISTORIA EMPIEZA EN BIMINI 

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