EL PODERÍO MILITAR DE JAPÓN ANTES DE LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL

 Hacia fines de la década de 1930 Japón gastaba más en términos absolutos que cualquiera de las mucho más ricas democracias. 

La Marina Imperial japonesa, legalmente restringida por el tratado de Washington a poco más de la mitad de la Marina británica o de la norteamericana, era en realidad mucho más poderosa.

Mientras las dos primeras potencias navales economizaban durante los años '20 y principio de los '30, Japón construyó hasta los límites del tratado y, en secreto, por encima de éstos.

Sus cruceros pesados, por ejemplo, desplazaban casi 14.000 toneladas, en vez de las 8.000 previstas en el tratado. Todos los grandes barcos de guerra japoneses eran rápidos y estaban fuertemente armados: sus viejos acorazados habían sido modernizados y, a finales de la década de 1930, se estaban construyendo los gigantescos navíos tipo Yamata, los mayores del mundo.


Pero el elemento más importante era el poderoso y eficaz servicio aéreo naval del Japón, con 3.000 aparatos y 3.500 pilotos, concentrados en los diez portaviones de la flota, pero que disponía también de algunos bombarderos terriblemente eficaces y de escuadrillas portadores de torpedos con base en tierra. 
Los torpedos japoneses eran de una potencia y una calidad sin igual.

El país tenía también la tercera Marina mercante del mundo, aunque la Armada descuidaba la guerra submarina.

Gracias al reclutamiento, el Ejército japonés tenía fácil acceso a la fuerza humana y podía inculcar a sus reclutas sus tradiciones de obediencia absoluta y de máximo esfuerzo masivo. Su programa de expansión hizo que las 24 divisiones y las 54 escuadrillas de 1937 se convirtiese en 51 divisiones en servicio activo y 133 escuadrillas en 1941.

Además, había 10 divisiones fuera del servicio activo (para su instrucción) y un gran número de brigadas independientes y de tropas de guarnición, equivalentes a otras 30 divisiones.

Por consiguiente, Japón tenía en vísperas de la guerra un Ejército de más de un millón de hombres, respaldado por casi dos millones de soldados instruidos de reserva.

No era fuerte en tanques, para los que ni el terreno ni los puentes de madera propios del Asia oriental eran adecuados, pero tenía una buena artillería móvil y estaba bien instruido para la lucha en la selva, el cruce de ríos y los desembarcos anfibios.

Entre los 2.000 aviones de primera línea del Ejército (y también entre los de la Marina) se encontraban los formidables cazas "Zero", tan rápidos y manejables como los mejores que se producían en Europa en aquella época.

Así, la efectividad militar del Japón era sumamente alta, pero no estaba libre de flaquezas. Las decisiones del Gobierno, en los años '30, eran desiguales y a veces incoherentes, por culpa de los choques entre las diversas facciones, las disputas entre civiles y militares y los asesinatos.

Además, faltaban la coordinación debida entre el Ejército y la Marina, situación en modo alguna única, pero más peligrosa en el curso del Japón, ya que cada servicio pensaba en un enemigo y en una zona de operaciones diferente.

Mientras la Marina preveía una guerra futura contra Gran Bretaña o los Estados Unidos, el Ejército tenía puestos los ojos exclusivamente en el continente asiático y en la amenaza de la Unión Soviética contra los intereses japoneses.


Como el Ejército era mucho más influyente en la política y dominaba también el cuartel general imperial, sus puntos de vista prevalecían generalmente.

Por esto no hubo una oposición eficaz, ni de la Marina ni del Ministerio de Asuntos Exteriores, cuando el Ejército insistió en 1937 en emprender una acción contra China después del artificioso incidente del Puente de Marco Polo.

A pesar de una invasión en gran escala del norte de China, partiendo de suelo manchú, y de desembarcos a lo largo de la costa china, el Ejército japonés no pudo alcanzar una victoria decisiva.


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