RENÉ GUÉNON Y EL GRIAL

 

El Grial es de por sí un objeto capaz de atraer un empeño intelectual de orden esotérico. Ya en el CONTE DU GRAAL de Chrétien du Troyes su búsqueda (QUESTE) se configuraba como un rito iniciático, cuyo cumplimiento tiene efectos tanto sobre la realidad (el reino del Rey Pescador) como sobre el iniciado (Perceval).

En los sucesivos relatos franceses (y en las versiones extranjeras, como en el PARZIVAL de Wolfram von Eschenbach) este elemento esotérico se valorizó constantemente. 

Por esa razón, de manera acertada René Guénon, en su contribución a LUMIÈRE DU GRAAL, sostiene que el símbolo del Grial, más allá de sus diversas manifestaciones, es de aquellos cuya naturaleza es esencialmente esotérica, individuando en el mismo el medio de transmisión de ciertos elementos tradicionales y de naturaleza iniciática, desde el Druidismo al Cristianismo. Elementos que formaron parte del esoterismo cristiano. 

En la interpretación de Guénon el Grial, por su afinidad con aquellos recipientes que en numerosas mitologías contienen alimentos o bebidas que otorgan inmortalidad, se asocia con el símbolo del conocimiento perfecto de la Verdad tradicional. Por eso su pérdida coincide con la perdida del estado originario o del Centro del Mundo (simbolizado por el Paraíso terrestre) y al mismo tiempo de la Tradición primordial.

Su recuperación y su custodia por parte de una sucesión de iniciados coincide con la constitución de un centro espiritual destinado a sustituir el Paraíso perdido y conservar de manera íntegra la Tradición primordial.

En la medida que el Grial -como vaso o copa que contiene la sangre de Cristo- es para Guénon un equivalente simbólico del Sagrado Corazón, la historia del Grial constituye la expresión ejemplar de la plena legitimidad del cristianismo en relación con la Tradición primordial.


Eugenio Burgio: EL GRIAL OCCITÁNICO Y ESOTÉRICO

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