TEOGONÍAS Y COSMOGONÍAS

 Como todas las religiones tradicionales, la cosmogonía y los mitos de los orígenes (orígenes del hombre, de la realeza, de las instituciones sociales, de los ritos, etc ) constituían la esencia de la ciencia sagrada. 

Naturalmente existían varios mitos cosmogónicos que colocaban en primer lugar diferentes dioses y localizaban el principio de la Creación en una multitud de centros religiosos. Los tópicos más arcaicos incluyen el nacimiento a partir de lo alto, de una flor de loto o de un huevo, por encima de las Aguas primordiales (el caos). 

Cada ciudad importante atribuía la función del dios creador a la divinidad propia. Los cambios dinásticos eran seguidos muchas veces del cambio de capital.

Tales sucesos obligaban a los teólogos de la nueva capital a integrar múltiples tradiciones cosmogónicas, identificando su principal dios local con el demiurgo.

Cuando se trataba de dios creadores, la asimilación era facilitada por su semejanza estructural. Además, los teólogos elaboraron síntesis audaces, asimilando sistemas religiosos heterogéneos y asociando figuras divinas en relaciones de neto antagonismo recíproco.



Como sucede en muchas otras tradiciones, la cosmogonía egipcia surge con el fluir desde una altura por encima de las Aguas primordiales. La aparición de este "Primer Lugar" sobre la inmensidad de las aguas significa el emerger de la tierra, pero también de la luz, de la vida y de la consciencia.

En Heliópolis, la localidad denominada "la Colina de la Arena", que hacía parte del tiempo del Sol, era identificada con la "Colina primordial". Hermopolis era célebre por su lago, del cual emerge el Loto cosmogónico.

Otras localidades, sin embargo, se vanagloriaban de poseer el mismo privilegio. De hecho, cada ciudad, cada suntuario, era considerado un "Centro del Mundo", lugar donde había tenido principio la Creación. La altura inicial se convertía a veces en la Montaña Cósmica, sobre la cual el Faraón subía para encontrar al dios sol.

Otras versiones hablan del Huevo primordial que contenía al "Pájaro de luz", o del Loto originario que traía al niño Sol, o de la Serpiente primordial, primera y última imagen del dios Atum (asociado con Ra). Efectivamente, en el Libro de los Muertos (capítulo 175) se refiere que cuando el mundo retorne al estado de caos, Atum se transformará nuevamente en Serpiente.

Puede reconocerse en Atum al Dios supremo y oculto, mientras que Ra es el Dios manifiesto por excelencia.

Las fases de la creación -cosmogonía, teogonía, creación de los seres vivos, etc- son presentadas de manera diversa.

Según la teología solar de Heliópolis, ciudad ubicada en la punta del Delta, el dios Ra-Atum-Khepri creó una primera pareja divina: Shu (la Atmósfera) y Tefnut, padres del dios Geb (la Tierra) y de la diosa Nut (el Cielo).

El demiurgo realizó la creación masturbándose o escupiendo. Son expresiones ingenuamente groseras, pero de claro significado: las divinidades nacen de la sustancia misma del dios supremo. 

Como en la tradición sumeria, el Cielo y la Tierra estaban unidos en un ininterrumpido hieros gamos (unión sagrada) hasta el momento en que fueron se parados por Shu, dios de la atmósfera. De su unión nacieron Osiris e Isis, Seth y Nephtys, protagonistas de un drama patético.


Mircea Eliade: HISTORIA DE LAS CREENCIAS RELIGIOSAS

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