LA FUNCIÓN RELIGIOSA Y ASTRONÓMICA DE LOS MONUMENTOS MEGALÍTICOS

 

La función astronómica de los megalitos, especialmente en su relación con la religiosa, constituye quizá su aspecto más fascinante. 

Tenazmente negada por los estudiosos hasta hace poco tiempo, hoy está universalmente admitida, luego que Atkinson [1979] lo demostró claramente para Stonehenge. Posteriormente, esa función se verificó en los otros monumentos.

Como plantea Cunliffe (2001) aunque si «parte de lo que se ha escrito es completamente espurio y otra no está probada, sigue siendo un hecho indiscutible que varias de nuestras tumbas megalíticas más impresionantes fueron diseñadas con inmensa habilidad para relacionarse precisamente con importantes eventos solares o lunares».

Basta recordar entre los ejemplos más conocidos, que la tumba irlandesa de Knowth tiene una orientación equinoccial, asociada con el inicio de la estación de la siembra y de la recolección.

Newgrange, situado a poca distancia de Knowth, es uno de los casos más ilustrativos. Se trata de un santuario megalítico, datado entre 2475 y 2465 a.C., que consiste en una tumba de corredor. 




La tumba fue construida de manera que la línea del corredor o pasillo de acceso a la cámara central se orientase hacia el punto del horizonte donde el sol surge el 21 de diciembre, día del solsticio invernal boreal, el más breve del año (en términos religiosos modernos, el día de Navidad).

Aparece aquí claramente la función simultáneamente científica y religiosa del monumento. El solsticio, que el monumento "captura" de manera absolutamente exacta, señala a la vez el final del principal ciclo anual de la naturaleza, el agrícola, y el alba de un nuevo ciclo: la víspera del Año Nuevo. 

Además, dado que la luz del sol solsticial incide sobre la tumba situada en el centro del monumento, es evidente que la resurrección del sol debía implicar la de los muertos, y asegurar el mismo renacimiento a todos los vivos, herederos o súbditos. de los enterrados.

La importancia de estas observaciones para la interpretación de los megalitos es enorme, porque nos permite comprender la conexión entre la resurrección del sol y la resurrección de los muertos. En términos más generales, la función del monumento era a la vez científica, funeraria y mágico-religiosa.

Excavaciones recientes han demostrado que también las alineaciones, es decir, las hileras únicas o múltiples de piedras juntas (muy extendidas en Bretaña) probablemente tienen una función mixta ritual y astronómica (esta última relacionada con las colinas circundantes).

Los estudios de los últimos veinte años han proporcionado pruebas estadísticas impresionantes de que los constructores de megalitos y las comunidades vinculadas al megalitismo observaban constantemente el ciclo de la luna.

Un ejemplo emblemático es Le Grand Menhir Brisé, en Bretaña, interpretado actualmente como el observatorio lunar más grande de la Europa neolítica. 


MARIO ALINEI - FRANCESCO BENOZZO: Orígenes del megalitismo europeo



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