VICTORINO DE LA PLAZA Y EL BIPARTIDISMO ARGENTINO

 

 En su discurso de apertura de las sesiones del Congreso Nacional, el 30 de mayo de 1916, el presidente Victorino de la Plaza sostuvo que las dos fuerzas políticas tradicionales hasta entonces en la conformación de la Argentina moderna (la nacionalista o mitrista y la autonomista nacional de raigambre federal) deberían seguir siendo hegemónicas para mantener el armónico desarrollo la Nación.

De la Plaza agregaba que "los partidos demócrata y republicano en los Estados Unidos representan análogas tendencias".

Para el presidente conservador, que en el lapso de pocos meses sería sustituido por Hipólito Yrigoyen (líder de la Unión Cívica Radical), la Constitución Nacional sancionada en 1853 y los dos partidos que mencionaba eran parte de un todo indisoluble.




La división de los conservadores en las elecciones presidenciales de ese año harían que el orden instaurado entre 1853 y 1880 se viera trastocado seriamente. Al respecto escribió Mario A. Rivarola: "todas las agrupaciones designadas bajo la denominación común de partidos conservadores, fracasaron antes en su empeño de unirse, porque cada uno creyó tener peso suficiente para exigir que el candidato fuera tomado de su seno".

La fragmentación o anarquía (multiplicación de poderes en pugna) no afectaría sólo al conservadurismo -impidiendo el triunfo del candidato presidencial Lisandro De la Torre en ese mismo año de 1916, ya sancionada la ley Sáenz Peña de sufragio universal y obligatorio en base a los padrones militares- sino también al radicalismo triunfante. 

Así, en la provincia de Santa Fe (donde se aplicó por primera vez la ley Sáenz Peña, en 1912, y que permitió el triunfo de la fórmula Menchaca-Caballero para el gobierno provincial) la Unión Cívica Radical se dividió antes de las elecciones nacionales de 1916 en un sector que seguía obedeciendo a Hipólito Yrigoyen y en otro disidente. Por esa razón para las elecciones a gobernador y vicegobernador de 1916 se presentaron 3 fórmulas: Mosca-Mendieta (radicales oficialistas), Lehmann-Elizalde (radicales disidentes) y Thedy-F. M. Zuviria (demócratas-progresistas).

Los radicales disidentes lograron la mayoría necesaria gracias al apoyo de los demócratas-progresistas que seguían a Lisandro de la Torre, quien perdió la elección presidencial de 1916 -por la falta de apoyos en el ámbito conservador- frente a Hipólito Yrigoyen. 

 

Luis Spissa

 

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