LA RECONQUISTA ESPAÑOLA Y LOS REYES CATÓLICOS

 Próspera, dinámica, sometida a una autoridad indiscutible, España se convierte, bajo los Reyes Católicos, en una potencia europea y mundial. Expulsa al Islam de la península, se erige en Italia como rival de Francia, descubre un nuevo mundo que las generaciones siguientes conquistarán y explotarán, pero cuyas riquezas vislumbradas suscitan ya codicias y envidias.

En todos los ámbitos, que se trate de técnica militar, de diplomacia, de expansión colonial, el reinado de los Reyes Católicos prepara los fastos del Siglo de Oro y el período de la preponderancia española en Europa.

1492 cierra un ciclo abierto en 711 por la invasión musulmana. Es el final de una larga epopeya, cruzada al mismo tiempo que guerra de liberación, que empuja a los cristianos desde Asturias a la Sierra Nevada. 

La primera etapa fue la de la supervivencia, del repliegue a las montañas del norte, de la organización de los baluartes y de las futuras bases de partida.

La segunda, que se acaba en 1085 con la toma de Toledo, había conducido a los cristianos a la línea del Tajo. Toda la mitad norte de la península se escapa del Islam. 

Nuevo salto hacia adelante, en 1212, después de la victoria de las Navas de Tolosa. El Valle del Guadalquivir cae, en menos 50 años, en poder de los reconquistadores. 


Después, durante más de un siglo, nada más o casi nada. Catástrofe en serie (peste negra, crisis políticas y sociales) absorben la atención de los reinos cristianos y permiten a la dinastía de los Nasrides mantener en torno a Granada una presencia musulmana, vestigio del antiguo esplendor de Al-Andalus. 

Estos Nasrides plantean pocos problemas, pagan tributo a los cristianos, mantienen con ellos relaciones de buena vecindad, a pesar de algunas escaramuzas locales reiteradas que no tienen nunca consecuencias mayores.

Todo cambia en 1482. Una vez terminada la Guerra de Sucesión, firmada la paz con Portugal, el Estado restaurado después de las Cortes de Toledo, los Reyes Católicos pueden actuar libremente. A los nobles decepcionados por la vuelta a la normalidad, a los castellanos y a los aragoneses asociados, pero no unidos, les ofrecen un campo de batalla, una tarea exaltante: tomar Granada, borrar las últimas huellas de la invasión de 711. Podían desplegarse así el heroísmo, el espíritu de aventura, el sentimiento religioso (de cruzada) y nacional, al mismo tiempo que la sed de riquezas, la atracción del botín para repartir.


Joseph Pérez: LA ESPAÑA DE LOS REYES CATÓLICOS

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