LA GALIA TRANSALPINA

 

El topónimo GALIA TRANSALPINA se refiere al nombre de una antigua región equivalente a los actuales territorios del norte de Francia, Bélgica, Luxemburgo, Holanda y la zona de Alemania al oeste del Rin.

El nombre fue acuñado por los romanos como contrapartida de la Galia Cisalpina, provincia romana que ocupaba el valle del río Po y las tierras adyacentes del territorio italiano.

Los primeros celtas (a quienes los romanos denominaban GALLII: galos, de allí el nombre de la región) procedían de la Alemania central, y comenzaron a ocupar los territorios al oeste del Rin hacia mediados del siglo VIII a.C. y para el siglo V habían establecido una cultura relativamente estable y uniforme, tipificada por el arte y las costumbres del período La Tène.

Paralelamente, a lo largo de la costa del Mediterráneo se extendía rápidamente la cultura helénica , irradiada desde la recién fundada Massilia, hoy Marsella.

Para proteger a su nueva aliada Massilia y asegurar las comunicaciones con sus provincias españolas, los romanos anexaron en el 121 a.C. una franja territorial entre las Cevennes y los Alpes, equivalente a lo que sería hoy la actual Provenza. Este territorio se denominó primero Galia Transalpina, para luego pasar a ser Galia Narbonense, en honor a Narbo Martius, fundador de la primera colonia romana en las Galias en el año 118 d.C..




Más tarde, Julio César conquistó la porción restante de las Galias, región llamada Gallia Comata, durante las Guerras Gálicas (58-51 a.C.), con lo cual emergieron tres nuevas provincias romanas: Belgium (hoy Bélgica), Lugdunum (actual región de Lyon, al este de Francia) y Aquitania, una de las divisiones de la Galia Narbonense ubicada al sudeste de Francia, entre los Pirineos y el valle del Garona.

El emperador Claudio I, quien había nacido en Lugdunum, fue el primer magistrado no celta en admitir a los nobles galos en el Senado romano en el año 48 d.C.

Como contrapartida, ordenó la supresión de los druidas, los sacerdotes celtas, y las deidades nativas fueron asimiladas al panteón romano.

Hacia el siglo IV, cuando el cristianismo comenzó a extenderse, la cultura celta de los galos se debilitó notoriamente, especialmente cuando se comenzó a utilizar el latín en las ceremonias tradicionales.


Roberto Rosaspini Reynolds: LOS CELTAS

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