ERNESTO GUEVARA Y LA ECONOMÍA DE LA REVOLUCIÓN CUBANA
Varias veces intentó Guevara analizar lo que había andado mal y hay tres de esos intentos que vale la pena examinar con algún detenimiento.
El primero fue su respuesta a la pregunta formulada por el corresponsal francés Jean Daniel de si el "bloqueo" norteamericano había constituido un peligro para Cuba:
"En Cuba tenemos serias dificultades. Pero no es por lo que usted llama el bloqueo. En primer lugar el bloqueo nunca ha sido completo. Hemos aumentado sin cesar nuestro comercio con Gran Bretaña y Francia, por ejemplo."
"Nuestras dificultades se deben principalmente a nuestros errores, que han sido muchos. El mayor y el que nos ha hecho más daño es la explotación insuficiente de la caña de azúcar. Los demás se relacionan todos con los tanteos inevitables que implica la adaptación del colectivismo a una situación local." (L'Express, París, 25 de julo de 1963)
Pero un discurso pronunciado por Guevara en Argel, el 13 de julio -quizá la confesión más reveladora que se conozca sobre los errores de la planificación en Cuba- no pareció indicar que los otros errores fueran tan "inevitables".
Guevara dijo que el problema fundamental surgió porque los cubanos trataron de hacer dos cosas que eran contradictorias. Por una parte, "copiamos detalladamente las técnicas de planificación de un país hermano cuyos especialistas vinieron a ayudarnos" y, por otra parte, habían insistido en tomar sus propias decisiones con "espontaneidad y falta de análisis".
Como ejemplo de esta planificación sin plan se refirió a la forma en que habían determinado la tasa anual de crecimiento económico. En vez de tratar de averiguar "qué teníamos, qué debíamos gastar y qué podía quedarnos libre para el desarrollo", los planificadores cubanos habían supuesto sencillamente que la tasa de crecimiento era del 15% y habían ajustado el resto del plan a esa cifra.
Cuba nunca había producido más de 10 millones de pares de zapatos pero el plan exigía que se produjeran 22 millones y ya los recursos técnicos y ganaderos eran insuficientes.
El jefe del departamento forestal había hecho un cálculo tan fantástico de la producción de madera que Cuba, importador tradicional de madera, había proyectado exportarla.
Guevara prosiguió diciendo:
"Resultado: seguimos importando madera, pero la importamos tarde, mal, buscando desesperadamente dónde hacerlo".
Cabe imaginar las frustraciones de los "especialistas hermanos" en Cuba. Según propio Castro, la maquinaria que Cuba había recibido hasta fines de 1964 sólo funcionaba al 50% de su capacidad por falta de mantenimiento, reparaciones y organización. (Hoy, 20 de noviembre de 1964)
Pero incluso si la planificación hubiera sido menos "ridícula" -así la calificó Guevara- las principales decisiones de la política económica, tal como él las describió habrían llevado de todos modos al borde del desastre.
Guevara dijo lo siguiente: "En la industria hicimos un plan de desarrollo basado fundamentalmente en la idea de ser autosuficientes en una serie de artículos de consumo duradero o artículos industriales intermedios que, sin embargo, podían obtenerse con relativa facilidad en los países amigos. En ello comprometimos nuestra capacidad sin desarrollar a fondo nuestros propios recursos de materias primas, incluso de algunos productos intermedios que ahora fabricamos".
Y añadió: "en la agricultura cometimos el error fundamental de desdeñar la importancia de la caña de azúcar, nuestro producto fundamental, tratando de hacer una diversificación acelerada, lo que trajo como consecuencia el descuido de las cepas, sumándose a esto una sequía extraordinariamente intensa que nos azotó durante dos años, provocando una caída grave en nuestra producción cañera".
A fines de 1964, Guevara publicó en una revista inglesa un artículo que era casi una confesión. Reconoció que en la agricultura había habido "una disminución general" porque se había intentado realizar una diversificación excesiva y demasiado rápida.
"De inmediato" se habían planteado "graves problemas agrícolas". La diversificación debería haberse hecho "gradualmente" y "en más pequeña escala" en los cultivos tradicionales "con un pequeño número de productos nuevos".
Debido a que se trató de desarrollar una gran cantidad de productos agrícolas "en relativamente pocos meses", la transformación había "debilitado más que nunca la organización de la producción agrícola".
"Muchos de nosotros no habíamos comprendido el hecho económico fundamental" de que ninguna otra actividad agrícola daría el rendimiento que daba el cultivo de la caña de azúcar".
En la industria, los errores fundamentales se habían debido a una "falta de conocimientos precisos sobre los elementos técnicos y económicos que se necesitaban en las nuevas industrias instaladas durante esos primeros años".
Lo que menos se había comprendido había sido la falta de "eficiencia técnica" y de materias primas en el país. La lección más importante que según Guevara se había extraído de todo eso era que Cuba dependía de su "comercio exterior".
No podía permitirse adoptar una política de "sustitución de las importaciones" hasta que sus exportaciones pudieran sufragar un "programa de industrialización".
Parecería, pues, que Guevara y otros han estado siguiendo uno de los cursos más costosos que jamás se hayan dictado sobre nociones elementales de economía.
Durante un decenio, por lo menos, antes de Castro la diversificación agrícola y la expansión de la manufactura habían avanzado "gradualmente" y "con un pequeño número de productos nuevos" como son el arroz, el café y los textiles.
Durante un siglo y medio se había extendido en Cuba el cultivo de la caña de azúcar porque resultaba tan fácil y porque resultaba tan fácil y porque su rendimiento era mucho mayor que el de cualquier esfuerzo similar con otros productos agrícolas.
Al querer forzar la diversificación y la industrialización el régimen de Castro había logrado en realidad hacer retroceder a Cuba en ambos sentidos.
En cierto sentido, por tanto, Guevara fue mucho más franco que Castro. En realidad, el cambio total de la política cubana a fines de 1963 constituyó en gran medida una derrota para algunas de las ideas favoritas de Guevara. Él había sido el primero en emplear la consigna de la "industrialización acelerada".
Él había desempeñado el papel principal en la negociación de los convenios comerciales con el bloque soviético. Y él había esbozado la teoría de que el "socialismo cubano", a diferencia de otras variedades, debería basarse predominantemente en incentivos "morales" y no "materiales".
Este último punto es típico de lo que podría llamarse el "guevarismo".
La mente de Guevara se ha orientado siempre hacia las posiciones más extremas que tarde o temprano y en la mayoría de los casos han resultado ser las posiciones de Fidel Castro.
Theodore Draper: CASTRISMO. TEORÍA Y PRÁCTICA.
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