Para comprender primero el proceso interno de las opiniones sobre el amor y las relaciones amorosas, tenemos a nuestra disposición dos vías de conocimiento: las manifestaciones de hombres y mujeres representativos y las acciones por ellos realizadas.
Las declaraciones pueden ser hechas ex profeso en tratados sobre el amor. También las tenemos en poesías o en obras del arte plástico que reflejan "el espíritu del tiempo".
Se comprende que ese "espíritu del tiempo" es en este caso el de una capa social muy determinada: la Corte, la nobleza y los que siguen las inspiraciones de éstas.
En la clase burguesa el régimen del amor se desenvuelve en dirección diametralmente opuesta a la de los caballeros, y acaba por producir el negociante capitalista.
Como las olas del mar sucédense unas a otras las formas de vida.
La Europa medieval había puesto el fenómeno universal del amor, como toda actividad humana, al servicio de Dios, ya consagrando religiosamente los sentimientos amorosos al orientarlos hacia un objetivo supraterrestre (como el culto de María), ya vinculado el amor a una institución y reconociendo el matrimonio como sacramento de origen divino.
Todo amor no consagrado a Dios o no vinculado a la institución matrimonial llevaba "el estigma del pecado".
Pero estas ideas se modifican fundamentalmente en el siglo MINNESANG, esto es, a partir próximamente del siglo XI, siglo que inicia la secularización de la vida en todos los órdenes.
Había pasado el año de los terrores, el año 1000; habíanse descubierto nuevas minas de plata y las relaciones con Oriente empezaban a intensificarse.
En Provenza, que constituía en los siglos XI y XII una "tierra de promisión alegre y dulce en medio de la tormenta", resonaron las voces de un libre amor terrenal en las canciones de los trovadores, que se inician hacia 1090 y logran su mayor florecimiento desde mediados del siglo XII hasta mediados del XIII.
Los minnesanger germánicos continúan esta obra y vemos aparecer en Italia una multitud de poetas líricos, que cantan únicamente el amor.
La obra del minnesang podrá parecernos hoy falsa, forzada, artificiosa. Mas hay que convenir en que, precisamente por ello, representa el comienzo natural del amor moderno. Es un erotismo de pubertud, que deifica la amada, languidece y suspira y se agota en devoción y fantasía.
La sensualidad natural no aparece hasta el "trecento", y no podemos determinar exactamente si los círculos trovadorescos prosiguen en la sociedad que vemos constituída en torno a la Corte de los Papas de Avignon o de la Fiammetta de Boccaccio.
Werner Sombart: LUJO Y CAPITALISMO
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