ROMANOS Y GERMANOS EN LA ÉPOCA DE LAS INVASIONES (2ª parte)
Después de la batalla perdida por Varo se advierte claramente una diferencia fundamental entre la alta y la baja Germania, por lo que hace a su ocupación por los romanos y a la penetración de la cultura de este pueblo.
Mientras en el bajo Rin su esfera de influencia política quedó limitada esencialmente por la línea de aquel río, por la parte alta de éste la frontera romana siguió avanzando.
Las regiones antes yermas que se extendían más allá del LIMES (límite) se declararon dominio imperial y objeto de colonización sistemática, estableciéndose en ellas pequeños arrendatarios en los campos decimates (o decumates). (*)
Como lo atestiguan numerosas inscripciones y otros hallazgos arqueológicos, los asentamientos debidos a los Flavios llevaron la colonización del país al más alto florecimiento. Decenas de miles de bárbaros fueron trasladados a regiones del Imperio escasamente pobladas, con el propósito de proporcionar nuevos cultivadores para el campo y reservas frescas para el ejército.
Especialmente después de la guerra de los marcomanos, grandes masas de guerreros germánicos, con sus mujeres e hijos, se distribuyeron entre grandes terratenientes romanos, y se instalaron en sus extensas propiedades con la condición de que sólo serían empleados en el cultivo de los campos y que quedaron adscritos a la gleba, a no ser que desearan ingresar en el ejército.
La situación jurídica de estos "inquilinos" era muy peculiar. Gozaban de libertad personal, pero estaban adscritos a la gleba.
Puede seguirse claramente la marcha de un sistema deliberado de expansión puesto en práctica por los romanos. Se inicia con una colonización de territorios considerados como dominios imperiales, instalándose en ellos a pequeños arrendatarios.
Más tarde sigue la ocupación militar, destacándose allí tropas. Se corren los límites cada vez más lejos, se aumenta la red de carreteras y se implanta en los nuevos territorios la administración provincial y la organización municipal, que luego acaba de perfeccionar la organización interior.
De esta suerte, en la segunda mitad del siglo II, la frontera del imperio avanzó hasta la orilla derecha del Main, desde Wörth hasta Miltenberg. Las obras fronterizas propiamente dichas estaban en la orilla izquierda.
A una distancia aproximada de 15 kilómetros se habían dispuesto fortines que, provistos de una guarnición militar, estaban destinados a garantizar la seguridad de las fronteras del imperio. Cerca de ellas se han llevado a cabo excavaciones que revelaron la existencia de colonizaciones civiles, algunas de considerable extensión.
Su formación se debió en buena parte a las mismas necesidades de las tropas: aldeas-campamentos.
Para fomentar la roturación de las tierras yermas, una ley de Pertinax (192-193) otorgó el derecho de ocupar grandes extensiones de territorio fiscal abandonadas y sin cultivar, de suerte que quienes las ocuparan tendrían el derecho de conservarlas indefinidamente.
Además, se les concedía exención de impuestos por un plazo de 10 años, convirtiéndose luego en arrendatarios de la gleba roturada por ellos con la obligación de mantenerla en cultivo.
Este proceso se ha aclarado por las excavaciones que se han hecho de un modo especial en la región renana. Gracias a ellas se han podido conocer las infinitas variedades de la colonización y los diversos grados de la extensión de estas propiedades.
Al lado de fundos aislados encontramos formas de colonización en gran escala. En cuanto a los primeros, presentan entre sí grandes diferencias, tanto en su disposición como en su plan de explotación. Había villas rústicas que presentaban, como propietarios, "una clase rural superior, comparable, por lo menos, a los campesinos acomodados de nuestros tiempos", y también pequeños mansos cuya simplicidad revela que en ellos no residían grandes terratenientes ni veraneantes de las ciudades, sino campesinos de pocos recursos, que con pocos siervos cultivaban sus campos.
No pocos debieron ser veteranos de los fortines vecinos, los cuales, tras largos años de servicio, habían obtenido una hacienda reducida con la obligación de entregar al fortín parte de la cosecha, y de ponerse a su disposición con sus siervos para servicios militares en tiempo de guerra. Su número debió ser extraordinariamente grande.
Un largo período de tranquilidad hizo que en estas provincias romanas limítrofes se aclimataran necesidades culturales más refinadas, como lo revelan la instalación de estas villas y su disposición interior.
Alfons Dopsch: FUNDAMENTOS ECONOMICOS Y SOCIALES DE LA CULTURA EUROPEA
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(*) Los Campos Decumanos (latín Agri Decumates) eran una provincia del Imperio Romano que abarcaba la Selva Negra entre el río Main y las fuentes de los ríos Danubio y Rin, en Alemania sudoccidental (Wurttemberg, Baden). Limitaba con las provincias, militarmente importantes, de Recia y Germania Superior. La única referencia antigua al nombre Agri Decumates proviene del libro LA GERMANIA de Tácito. La palabra derivaría de una palabra celta indicando la división política de la región en «diez cantones».
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