TEMPLARIOS, TESOROS OCULTOS E INTRIGAS DE PODER
El viernes 13 de octubre de 1307 son detenidos todos los templarios del reino de Francia. Comienza un drama del que todos conocen los protagonistas: el rey Felipe el Hermoso, el Gran Maestre Jacques de Molay y el Papa Clemente V, cuyo verdadero nombre era Bertrand de Goth.
Lo que es menos conocido es que este último, por su madre Ida de Blanchefort, era sobrino de Bertrand de Blanchefort, el Gran Maestre de los templarios que 150 años había hecho explorar las minas de su tierra natal (la región de Guyena, en el sur de Francia) por los famosos fundidores alemanes.
Otro hecho digno de ser destacado: ninguno de los templarios del Bézu (*) fue detenido.
En 1310, Felipe el Hermoso envía al Razés (en el Lemosín) a su chambelán, Enguerrand de Marigny, con la misión de apoderarse de todas las reservas pertenecientes a los templarios, lo cual consiguió en general. Pero, algo extraño, nada pudo cogerles a los templarios del Bézu.
Cinco años después, Marigny era ahorcado de resultas de un proceso dudoso. En 1319, treces de los templarios del Rosellón desaparecieron misteriosamente.
Quizá los templarios del Bézu habían podido probar que no eran poseedores sino sólo depositarios de los fondos que tenían en su poder. Es posible, también, que los agentes del poder real no hallasen nada porque todo había sido escondido en un lugar muy seguro.
No olvidemos que el Bézu los templarios estaban en las tierras de los Voisins. ¿No podrían éstos a buen recaudo por su propia cuenta las riquezas amenazadas de incautación?
Ello parece bastante verosímil a juzgar por los hechos que habían de ocurrir en el Bézu unos 30 años después.
En 1340, los agentes de la senescalía real se presentan en el castillo del Bézu para detener a dos caballeros, Guilhem Catalâ y Pierre de Palajan de Coustaussa, convictos de haber por varias veces en el Bézu, y fuera de él, fundido y acuñado moneda falsa con la complicidad de dos damas, Agnès Mayssène, de Caderone, y Brunissende, de Gureyo.
Atrapados in fraganti, los culpables no se andan con chiquitas, envían al otro mundo a uno de los que han ido a descubrirles, Guillaume Servin.
Pocas cosas se saben acerca de Pierre de Palajan y de Agnès Mayssène. Por el contrario, Guilhem Català no era un personaje cualquiera. Era el sobrino de Jacques Fournier, es decir, dela Papa reinante Benedicto XII, al mismo tiempo que yerno del señor de Rennes, Jacques de Voisins, cuya esposa no era otra que Brunissende, de Gureyo. Cuatro años después los culpables fueron perdonados.
En aquel entonces, acuñar moneda falsa podía significar dos cosas diferentes: o poner en circulación una moneda baja de ley, más pobre en metal de lo que exigían las leyes, o bien acuñar moneda de buena ley pero sin tener derecho a fabricarla.
Ahora bien, en el momento en que se sitúa el acontecimiento referido, nadie tenía ya derecho a acuñar moneda si no era por autorización del soberano pontífice o de otro soberano.
Los Voisins, que debían su auge a los Montfort, ¿acuñaban su "moneda falsa" con el consentimiento del rey de Francia, Felipe VI de Valois, quien sostenía por entonces contra los ingleses las pretensiones de Jean de Montfort a la sucesión de Gran Bretaña?
Es dudoso, ya que en este caso no hubieran sido perseguidos por los agentes del poder central.
¿Hacía Guilhem Català lo mismo con la bendición de su tío el Papa? Es posible que desde aquella época la Santa Sede se interesase por el oro de Rennes. Pero, sea como sea, para acuñar moneda hace falta metal. ¿De dónde provenía el que los Voisins transformaban en moneda sonante? ¿Y por qué correr tan grandes riesgos en lugar de vender el metal en estado puro? Porque, con seguridad, por una u otra razón la procedencia y factura de dicho metal no podían ser divulgadas.
En otros términos, la fabricación de la moneda falsa del Bézu permitía revolver el problema que había de planteársele, mucho después, a Bérenger Saunière: ¿cómo negociar un tesoro sin revelar acto seguido su existencia? Este problema no tiene más que una solución: fundir el metal.
Gérard de Sède: EL ORO DE RENNES
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Le Bézu (departamento de Aude) es un castillo ruinoso ubicado en Occitania, la antigua tierra de Oc (Languedoc), en el sur del actual estado francés. Fue una fortaleza cátara y luego templaria. Según una leyenda, allí se habría escondido el tesoro templario cuando la persecución ordenada por el rey francés Felipe el Hermoso.
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