LOS GODOS Y LAS CATEDRALES GÓTICAS
En la época en que se hicieron construir en serie las catedrales góticas de estilo flamígero, vemos que los obispos invocan sus antepasados godos para reclamar la preeminencia sobre todos los otros.
De 1431 a 1449 se celebró en Basilea uno de los más importantes concilios de la historia de la Iglesia.
Asistieron al mismo 300 representantes, llegados de todos los países cristianos. Lo mismo que en los concilios anteriores, se reagruparon espontáneamente por nacionalidades.
Se hallaban también los de Galia (Francia) y los de Anglia (Inglaterra). La natio hispanica reagrupó a los delegados españoles y portugueses. La natio germanica, a los de Alemania, Polonia y Hungría, así como a los de Escandinavia, llamada, por aquella época, Dacia.(*)
En el Concilio de Basilea los obispos escandinavos y los españoles se disputan el lugar de honor en la primera fila y a la derecha, invocando el origen gótico de sus respectivas naciones y, a veces, el suyo personal.
El obispo sueco de Växjö, Nicolás Ragvaldi, declara:
"Yo mismo soy godo, y mi país debe tener la precedencia sobre los otros, ya que en otro tiempo fue de los godos, los cuales no sólo fueron tan poderosos como Alejandro Magno, sino que eran también maestros en materia religiosa."
Al oír esto, el obispo de Burgos, Alfonso de Cartagena, se levantó y replicó:
"Mi país es también el de Valia, el de Teodorico, el de Recesvinto y el de Suintila, esos tres reyes piadosos, y otrora se llamaba Gotia hispánica."
Estos obispos se remitían no sólo al antiguo poderío político de los godos, sino también a su tradición religiosa. Nótese bien: el obispo español no se contentó concitar a los últimos reyes godos adheridos al catolicismo. Citó también los nombres de sus predecesores arrianos.
No se olvide: el obispo sueco hizo referencia a los reyes godos como a "maestros en materia religiosa", y se ha de considerar que llegaron a su país en el siglo III o II a. C. y que no eran aún cristianos cuando lo abandonaron.
Esto puede parecer sorprendente a primera vista. Pero lo es mucho menos cuando se considera que en la encrucijada del mundo antiguo y de la Edad Media la Iglesia sólo pudo imponerse a los pueblos "bárbaros" de Europa llegando a componendas con ellos respecto a sus viejas creencias.
Los primeros misioneros eran latinos, pero no podían dar abasto. Y, así, no tardó en tener que reclutar para su clero a los autóctonos, y estos nuevos sacerdotes, aunque muy prudentes para vanagloriarse de ello, sabían leer muy bien los nombres de los dioses de sus antepasados ocultos tras los de los nuevos santos.
Para la evangelización se debía distinguir entre la tradición de los pueblos europeos y el dogma cristiano, no tardándose en articular ambos. Éste fue el secreto de su éxito.
Queda uno sorprendido al comprobar cuán largo tiempo subsistieron los rituales paganos en países de cristiandad.
Si cultos y ritos pudieron mantenerse en Europa Occidental hasta la época en que se levantaron las primeras catedrales, con mucha mayor razón la tradición religiosa hermetista de un pueblo tan civilizado como los godos pudo integrarse de manera subyacente, velada, simbólica, en esos verdaderos "libros de piedra" que son los monumentos religiosos medievales llamados precisamente "góticos".
Gérard de Sède: EL MISTERIO GÓTICO
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(*) Dacia es el nombre que llevaba, durante el Imperio Romano, el territorio que corresponde hoy a Rumania y, parcialmente, a Hungría.
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