LOS ÁVAROS Y LOS FRANCOS

 

Los ávaros eran un grupo de tribus nómadas de a caballo, emparentados con los hunos, y que compartían el coraje y la ferocidad de éstos. Empujados hacia el oeste por los turcos desde su tierra natal del Caspio, se habían establecido en Panonia y la convirtieron en el corazón de un formidable imperio. 

Desde la época de su primera escaramuza con los francos, en el año 562, demostraron ser una constante amenaza para la seguridad de las tribus que vivían bajo la protección de los francos, al este del Rhin.

Algunos merovingios los combatieron o se libraron de ellos sobornándolos.

Dagoberto, el rey merovingio, se las ingenió para unir en la resistencia no sólo a los francos sino a los germanos, y aprovechó particularmente una oferta de ayuda sajona que aseguró el territorio del Rhin por el resto de su reinado.

El precio de los sajones fue la cancelación de un tributo anual de 500 vacas, que los francos acostumbraban a cobrarles. Sus contemporáneos se impresionaron enormemente por este acto de Dagoberto. Fue uno de los grandes héroes francos que defendió sus tierras contra las hordas orientales.

Pueblos tan distantes como los bávaros trataron de ponerse bajo su soberanía y lo consiguieron. 



Dagoberto murió en enero del año 639, y fue enterrado, igual que muchos de sus sucesores, en la iglesia de la abadía de San Dionisio. Tenía 36 años. Sabemos -cosa que ignoraban sus contemporáneos- que sería el último de los grandes reyes merovingios. Tenía la despiadada energía de un Clodoveo. y la astucia de un Carlomagno. Había llegado por accidente a gobernar solo sobre todos los francos, y así les había impuesto, en un período de formación de su historia, un gobierno personal y unitario.

Pero hablar del estado franco en un último esfuerzo contra las fuerzas de desorganización está lejos de la verdad. Dagoberto no esperaba transmitir su gobierno indiviso a un solo heredero. Sabía perfectamente que los francos austrasios y neustrianos (para no hablar de los aquitanos y los burgundios) tenían intereses muy divergentes y no sentían gran estima mutua.

De modo que dejó Austrasia a su hijo Sigoberto (para ser educado por los austrasios) y Neustria y Burgundia a su hijo menor, Clodoveo. Dagoberto, a través de un largo reinado, se movió siguiendo los pasos de sus antecesores.


J. M. Wallace - Hadrill: EL OESTE BÁRBARO

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