EL ASCENSO

 

"¡Quiero, quiero, quiero!", cantaba el guía sin cesar, ¡Oh, si hubiese podido regresar! Pero con la ayuda asombrosa del guía, hacía tiempo que trepaba por los paredones y sobre los precipicios, para los que no existía ningún camino de vuelta.

El llanto me ahogaba por dentro, pero no podía llorar, eso menos que nada. De manera que me uní con voz fuerte y porfiada al canto del guía, pero yo no cantaba lo que él, sino esto: "¡Debo, debo, debo!"

Sólo que no era fácil cantar mientras trepaba, y pronto perdí el aliento y jadeando me vi obligado a callar. Pero él prosiguió cantando incansablemente: "¡Quiero, quiero, quiero!", y con el tiempo llegó a obligarme a que cantara lo mismo que él.




Ahora la subida empezó a mejorar, y sentí que ya no debía, sino que quería hacerlo. En cuanto a fatigarme, nada de eso sentía ya.

Entonces se hizo una mayor claridad en mi interior, y a medida que esa claridad aumentaba, retrocedió también la roca alisada. Se hacía más seca, más benigna, ayudaba a menudo al pie inseguro, y sobre nosotros se fue mostrando más y más el claro azul, ya como un arroyuelo azul entre las márgenes de piedra, ya como un pequeño lago azul que creciera ganando anchura.

Probé a querer con mayor fuerza y concentración, y el lago celestial siguió creciendo y el sendero se hizo más transitable. E inesperadamente vi la cercana cumbre sobre nosotros, empinada y resplandeciente.


Hermann Hesse: EL CAMINO DIFÍCIL

Comentarios

Entradas populares de este blog

LOS FRANCOS

EL ENIGMA DE MARCAHUASI EN PERÚ

SUPERVIVENCIAS PAGANAS EN EL MEDIOEVO