LAS ESCULTURAS DE MARCAHUASI

 

En 1879 estalló la asombrosa historia de la cueva de Altamira, en Cantabria. El marques de Santuola, propietario de aquellos lugares, fue acusado de haber hecho pintar su cueva por unos comparsas, al objeto de sacar provecho de ello.

Nos encontramos en la misma situación a propósito de Marcahuassi y de las extrañas cosas que pueden verse en esta pequeña meseta andina del Perú. 

Notables por su gigantismo, las esculturas realizadas in situ en las rocas de las cumbres de las montañas, lo son mucho más aún por su continuación espacial. 

Tales conjuntos artísticos fueron realizados para ser vistos en cierto momento del años, correspondiente a una de sus secciones solares -equinoccio o solsticio- y desde determinado ángulo.

Descubierto en 1924, el Marcahuasi sigue esperando que lo tomen en serio. Dos artículos, aparecidos en 1956 y 1959 en la revista L'ETHNOGRAPHIE, de París, no han modificado para nada el silencio que lo rodea y si juzgamos por lo que ha pasado hasta ahora, este estado de cosas tiene todas las trazas de eternizarse.

Entre las raras personas que se han atrevido a estudiar el lugar de Marcahuassi figura el profesor ruso N. F. Jirov, quien escribió en 1963:

"Sobre esta pequeña meseta de 3 km2 situada a unos 80 km de Lima, en Perú, Daniel Ruzo descubrió toda una serie de esculturas gigantescas cuyos creadores -artistas que han permanecido anónimos en las tinieblas de la Prehistoria- utilizaron las rocas de la montaña para trabajarlas y ajustarlas, en la medida necesaria, a las semejanzas que querían determinar.



Algunas de estas "esculturas" representan ya animales -desaparecidos, desde hace largo tiempo, de América (el caballo o el gliptodonte)-, ya bestias que jamás vivieron en el Nuevo Mundo, como el león, la vaca y el camello.

Entre las representaciones encontradas en Marcahuasi hay también esculturas que recuerdan a los dioses del Antiguo Egipto cabezas de aves o de animales, como entre los egipcios Tot y Anubis).

Aparte las esculturas se han descubierto además, en la misma meseta, restos de construcciones ciclópeas. Parece como si la meseta hubiese sido otrora un alto lugar sagrado, donde se llevarían también a cabo sacrificios humanos.

Esta escultura se extendió ampliamente por América, ya que empiezan a surgir vestigios similares en México, Brasil y otros puntos del Nuevo Mundo.

Jirov calcula la edad de estas esculturas en más de 10.000 años.


Pierre Carnac: LA HISTORIA EMPIEZA EN BIMINI

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