TRAS LA TUMBA DE TUTANKAMÓN (3ª parte)

 

Carter y Carnarvon hicieron su monumental descubrimiento sólo 4 años después del fin de la Primera Guerra Mundial. 

Para consternación de ambos, el Valle de las Tumbas de los Reyes fue convertido en la sede de un circo, cuando el mundo colocó una tienda sobre el Egipto Superior.

Uno de los elementos que tornaban tan fascinante a Tutankamón era lo que los periodistas denominaban una historia continuada. Proporcionó material para notas de creciente interés por el resto de la década, durante el crac de 1929 y en la gran depresión que siguió.

Las noticias del descubrimiento de la tumba se difundieron mucho más allá del Nilo.

Para acallar los diversos rumores suscitados, Carter y Carnarvon decidieron hacer una apertura formal de la tumba el 29 de noviembre de 1922.

Invitaron a una cantidad de funcionarios británicos y egipcios y, de la prensa, al corresponsal en El Cairo del Times de Londres, Arthur Merton.

Mientras Carnarvon prefería admitir sólo al caballero de The Times a la tumba, Carter se inclinaba por la invitación general a toda la prensa de El Cairo, incluidos los corresponsales extranjeros.

La primera historia secreta acerca del descubrimiento, escrita desde la misma tumba, fue una nota exclusiva del Times de Londres.

Merton, que caracterizara al hallazgo como "el descubrimiento más sensacional del siglo", expresó: "El notable descubrimiento anunciado hoy es una recompensa a la paciencia, la perseverancia y la perspicacia".

Reuters, la principal agencia de noticias británica, y también la prensa egipcia y mundial, que no pudieron lucirse ese primer día, se rehabilitaron al día siguiente.

La prensa mundial cayó sobre el Valle como búho a la caza de roedores nocturnos y de sus crías. La plácida y adormecida Luxor se convirtió en una Babel.

Había sólo 2 hoteles que merecieron esa denominación. Ninguno de los hoteles estaba en condiciones de albergar afluencia y muy pronto comenzaron a instalar carpas militares en sus respectivos jardines para acomodar a ese masa de periodistas.


Para llegar al Valle, los corresponsales debían cruzar el Nilo y los periodistas emprendedores alquilaban por todo el mes los pocos faluchos disponibles, embarcaciones de velas latinas que navegaban por el Nilo desde antes de la época de Tutankamón.

Una vez atravesado el río, en la margen izquierda, los intrépidos corresponsales descubrían que el medio principal para llegar al Valle era la marcha en burro, un trayecto de 10 km que tomaba media hora o más. 

Cuando se completó el trabajo diario en la tumba, que implicaba la cuidadosa remoción del tesoro de la antecámara, los corresponsales iniciaron una rauda carrera de regreso a través del desierto hasta la orilla del Nilo sobre burros, caballos, camellos y vehículos parecidos a carrozas, en un intento por ser los primeros a la oficina de telégrafos.



Arnold C. Brackman: EN BUSCA DEL ORO DE TUTANKAMÓN


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