TRAS LA TUMBA DE TUTANKAMON. LA MUERTE DE LORD CARNARVON

 

A las 2.00 de la madrugada del 5 de abril de 1923, a la edad de 57 años, menos de veinte semanas después que saliera por primera vez del lugar de descanso de la momia, Carnarvon siguió a Tutankamón al infierne de Amenti.

Oficialmente, su muerte se atribuyó a una neumonía lobular, complicada por una pleuresía, todo ello resultado del envenenamiento de la sangre por la picadura de un insecto.

En el momento exacto de su muerte ocurrió algo extraño en El Cairo. Las luces eléctricas de la ciudad vacilaron y se apagaron. 

El hecho causó sensación en El Cairo. Lord Allenby, el alto comisionado británico, le ordenó a un coronel del ejército británico, un ingeniero que estaba a cargo de las plantas generadoras de corriente de El Cairo, que realizara una investigación oficial acerca del apagón.

Después de una cabal investigación, el coronel no pudo explicar qué había causado la falta de corriente.

Profundamente conmovido por la pérdida de un compañero de tantos años, Howard Carter dijo: "Esta tumba nos ha traído mala suerte". Pero anunció que continuaría las tareas de exploración.

William Petrie describió la muerte de Carnarvon como una calamidad: "Él financió toda esa expedición y, por lo que se sabe, en la actualidad no hay nadie que pueda continuarla".




El profesor Elliot Smith, quien realizara el primer estudio científico de las momias reales en la sala de las momias del Museo de El Cairo, expresó: "Que la muerte se haya producido después de la espectacular culminación de su trabajo de 16 años en Egipto, resulta trágico. Pero que haya ocurrido ahora, cuando los años de difícil tarea y delicada negociación relativas al descubrimiento exigen de manera especial su presencia, la torna una calamidad.

Irónicamente, Carnarvon murió sin saber las urnas de la cámara funeraria contenían o no la famosa momia del rey. Murió, así, sin ver nunca los rasgos de Tutankamón, el faraón que ejerciera tan profunda influencia sobre Carnarvon.

El cuerpo de Carnarvon fue embalsamado y preparado para su envío a Inglaterra, donde sería sepultado en Beacon Hill, Highclere. Mientras se efectuaban esos preparativos, Carter se enfermó.

Si bien Carter se recuperó en unos pocos días de su extraña enfermedad, esa súbita evolución dio pie a la popular idea de que la tumba estaba maldita, de que Tutankamón y/o los altos sacerdotes del antiguo Egipto trataban de castigar a aquellos que habían violado el sepulcro.


Arnold C. Brackman: EN BUSCA DEL ORO DE TUTANKAMÓN

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