TRAS LA TUMBA DE TUTANKAMÓN

 

Antes de obtener el anhelado permiso para excavar en el Valle de los Reyes, en el curso de las excavaciones iniciales, Lord Carnarvon y Howard Carter tuvieron la buena fortuna de localizar la tumba vacía de Amenhotep I (o Amenofis I), el segundo faraón de la ilustre Dinastía 18ª. El hallazgo, como tantos otros, fue en gran medida una cuestión de suerte.

La entrada estaba oculta bajo una enorme piedra, informó Carter en su relato del descubrimiento.

Esperaban encontrar la tumba de Amenhotep saqueada, y así fue. A principios de la Dinastía 18ª, después de una serie de terribles saqueos en el Valle, las momias de varios soberanos, incluido Amenhotep, fueron retiradas de su lugar original y depositadas en un mausoleo, como si se tratase de una familia.

La ubicación del mausoleo permaneció oculta en el Valle hasta el descubrimiento de Loret en 1881, treinta y cinco siglos más tardes.

A pesar de tratarse de una tumba saqueada, Carnarvon y Carter cavaron en ella con entusiasmo. Siempre existía la posibilidad remota de que se pudiera recuperar parte del tesoro sepultado con el faraón, quizá en una cámara secreta, tapiada, de la tumba. Eso fue precisamente lo que ocurrió en otro sitio en 1974. 

Pero la tumba de Amenhotep no sólo fue despojada de su momia y su tesoro. Sus galerías, pasajes y cámaras eran un desastre, evidencia de una dilatada depredación.



En julio de 1914, Carnarvon fue informado oficialmente de que recibiría el permiso para excavar todo el Valle. Él y Carter se dedicaron a planificar su elaborada campaña. Sobre su mapa del Valle trazaron líneas que se cruzaban, al estilo de las cartas marinas.

Reunieron una fuerza de 275 hombres, ordenaron provisiones frescas en El Cairo para que fuesen enviadas a Luxor y luego hacia el sitio. Desarrollaron un esquema para excavar el Valle hasta la roca firme. Su punto de partida era el área de los descubrimientos de Davis.

Pero en agosto estalló la guerra en Europa y todo fue confusión en el Medio Oriente. La campaña debió suspenderse.

Carnarvon se apresuró a volver a Inglaterra y trató de alistarse en el Ejército, pero fue rechazado por ser físicamente inepto para el servicio.

Frustrado e inquieto en su castillo de Highclere, Carnarvon concibió el proyecto de convertir su magnífica residencia en un centro de descanso y rehabilitación para los heridos.

Carter debió dedicarse por un breve período a tareas de guerra en El Cairo.

Cuando estalló la guerra, la situación política de Egipto era increíblemente confusa. En el trono de El Cairo se sentaba un débil virrey como nominal gobernante de Egipto, dependiente de la aún más nominal soberanía del sultán turco de Constantinopla, capital del Imperio Otomano.

El poder real en Egipto era ejercido por los británicos (salvo en asuntos pertenecientes al Departamento de Antigüedades). Pero la guerra eliminó el débil camuflaje.

Cuando Turquía declaró la guerra a los aliados y se unió a las potencias centrales, la situación, desde el punto de vista de Londres, era imposible.

Por lo tanto, el 18 de diciembre de 1914, Gran Bretaña anunció que en vista del estado de guerra originado en la acción de Turquía, Egipto es puesto bajo la protección británica, constituyendo un protectorado.

(continuará)


Arnold C. Brackman: EL BUSCA DEL ORO DE TUTANKAMÓN

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