LOS LUGARES SAGRADOS DE LOS CELTAS

 

Antes de la llegada de los romanos, los celtas no poseían templos para sus rituales religiosos, aunque algunos accidentes naturales, como lagos, estanques, ríos y colinas bajas solían ser considerados sitios sagrados, como así también ciertos megalitos prehistóricos.

Un ejemplo de ello es el conjunto de Stonehenge, en el cual los druidas efectuaron numerosos ritos religiosos. Esto hizo que muchos investigadores consideraran que los mismos druidas construyeron el megalito, aunque hoy se sabe que Stonehenge fue terminado más de un milenio antes de que los primeros celtas llegaran a las Islas Británicas.

El culto de las aguas fue, quizá, el más practicado por los celtas. Los estanques, fuentes y ojos de agua se encontraban siempre bajo la protección de una deidad femenina, ya que se los consideraba manantiales surgentes del útero de la Madre Suprema.

Esta consagración influyó notoriamente sobre la toponimia, como, por ejemplo en el caso de varias fuentes termales francesas, como la de Bourbonne, Bourbon-Lancy y Bourboule, antiguamente consagradas a la diosa BORVA (BORMA o BORMANIA).

Los ríos, por el contrario, estaban regidos por dioses masculinos, quienes controlaban las crecientes y bajantes y la violencia de la corriente. A veces, varios cauces estaban consagrados a un mismo dios. Así, por ejemplo, los ríos galos Deheune, Dive y Divonne se encontraban bajo la protección de DEVA (DIV, DIVONA), el Ionne bajo la de ICAUNUS, y el Luxeuil bajo la de LUXOVIUS o LUXOVIVIS. 

También los árboles eran objeto de veneración, y de cada uno de ellos poseía su propio dios tutelar, además de tener asignada una letra del alfabeto Ogham. Así, COLLEN o COLL era el dios del avellano, BOIX o BUXENUS el del boj, QWERT o ABHALL el del manzano, etc.

Un párrafo aparte merece el roble o encina que, según los cronistas de la época, puede considerarse como una de las deidades mayores, al menos entre los galos.

Los santuarios druidas estaban generalmente vigilados por árboles, fuentes y piedras sagradas, y resultaban tan aterradores que hasta los mismos druidas que ejercían sus funciones en ellos tenían a veces temor de acercarse después de la caída del sol.




Plinio el Viejo escribió lo siguiente: "En los bosques de encinas tienen los druidas sus santuarios y no realizan ningún rito sagrado sin hojas de encina. Creen que el muérdago sagrado que crece sobre su corteza revela la presencia del dios en ese árbol, por lo cual lo recogen con gran devoción y ceremonia. Tras haber sacrificado dos toros blancos, el druida mayor, vestido con su túnica blanca y descalzo, sube al árbol y corta con una hoz de oro el muérdago, que envuelve en un paño igualmente blanco".

El culto del muérdago ha dejado huellas visibles en muchas costumbres, algunas de las cuales han perdurado hasta nuestros días, como el caso de los aros trenzados que se utilizan en las fiestas navideñas, o las coronas que se cuelgan en las puertas de las casas de algunos países anglosajones, como señal de bienvenida, cuando se espera a un huésped especial.

También el manzano era un árbol sagrado para los celtas, y los druidas utilizaban sus frutos para la adivinación, haciendo que el consultante cortara una manzana en forma transversal, y leyendo su porvenir en el pentagrama que aparece en el centro del corte. El pentagrama era un símbolo de la diosa irlandesa CERRIYDWENN, poseedora de un caldero hirviente en que sumergía a los hombres para purificarlos de sus faltas contra los dioses. 

Posteriormente, el pentagrama fue adoptado por los católicos irlandeses como un símbolo de las heridas de Cristo, y el caldero de Cerrydwenn se transformó en el Santo Grial.

Con las primeras oleadas romanas, los druidas comenzaron a construir grandes templos en madera de roble, utilizando para ello únicamente troncos que habían sido abatidos por fenómenos naturales y no por la mano del hombre. 

Las construcciones más usuales eran de forma rectangular o de herradura, figura esta última que representaba la Gran Puerta de la Madre Suprema, símbolo, a su vez, de AWBREDH, el camino hacia la perfección a través de la reencarnación.

La consagración de estos templos parece haber tenido una importancia muy relativa para sus constructores, y solo en algunos de los encontrados hasta el momento se han observado imágenes talladas en los troncos principales, o grabadas en placas de metal, representando a la deidad.


Roberto Rosaspini Reynolds: LOS CELTAS. MAGIA, MITOS Y TRADICIÓN

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