FRISIA EN LA EDAD MEDIA. LA IMPORTANCIA DE SUS COMERCIANTES

 Desde el siglo VI el naciente comercio marítimo del noroeste de Europa había ido creciendo en manos de los frisones. Sus barcos se mantenían activos entre Inglaterra, Escandinavia, Galia y lugares aún más lejanos.

Ya en tiempos del rey franco Dagoberto (603-639) frecuentaban las ferias de San Dionisio (Sant Denis) (*), llevando quizá con ellos sus característicos artículos de comercio, piezas de tela frisia, o PALLIA FRESONICA (manta frisona), cuya lana podía muy bien haberse comprado en los mercados de Londres o de York.

En Duurstede, cerca de la desembocadura del Rhin, Dagoberto abrió una casa de moneda para ayudar a financiar este comercio. Desde entonces, o poco después, la plata comenzó a reemplazar al oro como metal favorito para la acuñación en el Norte.


Tesoros de monedas de plata gálicas, incluidas muchas SCEATTAS de plata anglosajonas, del siglo siguiente a Dagoberto, revelan la presencia de mercaderes anglo-frisones, internados profundamente en territorio franco y notablemente a lo largo del Rhin.

Fue aquí, en ciudades como Maguncia, donde los mercaderes del Norte tomaron contacto con las antiguas ciudades comerciales galo-romanas, y se encontraron con los del Sur, que habían cruzado los Alpes y llegado hasta el valle del Ródano, con sus mercaderías del Mediterráneo.

Se ha argumentado que ciertas nuevas influencias artísticas estaban llegando entonces al norte, pasando por esta ruta antes que por Provenza o Aquitania, pero tal evidencia es difícil utilizarla objetivamente, y la verdad parece consistir en que ninguna ruta comercial disfrutó mucho tiempo un inalterable monopolio durante la denominada Edad Oscura.




El valor intrínseco del comercio frisón y los tributos que podían exigírsele a los puertos, explican el interés demostrado por Dagoberto y sus sucesores respecto de la región de la desembocadura del Rhin. Estaban preparados para construir allí plazas fuertes, particularmente en Utrecht, y para alentar la obra misional entre los paganos, y a menudo rebeldes frisones. 

Tanto irlandeses como benedictinos tomaron parte en la peligrosa empresa de conversión, que avanzó hecha carne y uña con el control político y comercial de los francos. 

Una justa apreciación del comercio del Rhin ayudará también a explicar la determinación de Dagoberto de defender a los francos austrasios de la amenaza de los avaros procedente del Este.


J. M. Wallace-Hadrill: EL OESTE BÁRBARO


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(*) Esta Feria tenía, además, carácter religioso. Se celebraba en verano, el día de la Festividad de San Dionisio, cuando se exponían las reliquias del santo mártir. La ceremonia religiosa congregaba a fieles, mercaderes y juglares en un ambiente festivo y devoto.

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